Marta Díaz ha arrastrado al PSOE ibicenco con ella al infierno de Dante. Desde la quinta fosa del octavo círculo del infierno dantesco (reservado a los pecadores que obtuvieron provechos ilícitos de sus cargos públicos) la exvicepresidenta ha dado una lección de bajeza moral con una dimisión convertida en un coïtus interruptus. Díaz formalizó su dimisión después de que supiéramos que se dedicó a beber cava, comprar cremas o invitar a cenas y comidas injustificadas con dinero público, tal y como desveló Diario de Ibiza. Esto es algo que no sorprende después de saber que la madre superiora del postureo fuera a recibir galardones y premios para ella y para Adlib que otorgaba un falso conde en exclusivas cenas en hoteles de lujo en las que los invitados pagaban 190€ y a las que Díaz se llevaba de paseo a su círculo de confianza para que disfrutaran de su falso minuto de gloria financiado con el dinero del contribuyente. La sorpresa vino al anunciar que se retrataba y que no dimitía, algo que puso en un serio brete a su partido, que ya había aceptado su renuncia. Vicent Torres debía decidir entre ser coherente y expulsarla del partido o mantenerle un apoyo que ya no se sostenía. En un ejercicio de decencia inaudito, el expresidente del Consell optó por dimitir como secretario general de los socialistas ibicencos, asumiendo una responsabilidad que, en realidad, le correspondía a Marta Díaz. Tras este espectáculo bochornoso protagonizado por la diva socialista, el PSOE queda huérfano, sin liderazgo, sin rumbo y con la previsión de una larga travesía por la oposición. Díaz será expulsada del PSOE y pasará al grupo mixto con el único fin de morir matando e intentar salir de la brea que impregna una imagen destruida por ella misma.