Esta semana Antoni Marí ha sido noticia por desvirtuar la legítima, pero absurda exigencia de Rafa Ruiz en relación a la financiación del Plan Insular de Obras y Servicios. El Consell destinará nada menos que 7,4 millones de euros a dicho plan a repartir entre los municipios de la isla, cifra que multiplica por 15 la financiación que le destinaba el anterior gobierno socialista, circunstancia que prueba el compromiso de Vicent Marí con la cooperación municipal.

Escapando a todo razonamiento lógico, el primer edil de Vila se rasga las vestiduras por recibir 2,5 millones entre los que se incluye el millón y medio correspondiente a Ley de Capitalidad. Así pues, Vila percibirá el triple de financiación que recibe Palma del Consell de Mallorca a nivel porcentual.

Los servicios que ofrece la ciudad de Ibiza como capital de la isla son más que deficitarios, pero ello no obsta para que el primer edil socialista se quede solo al reclamar mayor financiación, pese a ser la mayor inversión jamás recibida por el municipio ibicenco.

Evidenciando la contradicción de Ruiz, el alcalde de Sant Joan no dudó al reclamar una ‘Ley de Ruralidad’ para compensar el agravio que sufren los municipios con mayor extensión rural, de los que todos los urbanitas disfrutan, pero pocos parecen dispuestos a financiar su mantenimiento. Por increíble que parezca, el campo no se labra solo, las paredes no se arreglan solas, los árboles no se podan solos y el mantenimiento de las casas payesas no es gratuito. Debería Ruiz seguir el ejemplo de su homólogo joaní y en lugar de ocupar su tiempo sacándose fotos en solares vacíos, tal vez convendría que se centrara en trabajar para que Vila no sea la ciudad deficiente y desangelada que paulatinamente está destruyendo su comercio local.