Formentera ha tenido suerte con el coronavirus desde el inicio de la pandemia ya que tan solo acumulaba 20 casos, con una única persona fallecida. La apertura del puerto una vez acabado el estado de alarma y la llegada de trabajadores de temporada y turistas abría la puerta también al maldito virus, que ha venido a cambiarlo todo. La aparición de golpe de cinco casos positivos entre el personal de mantenimiento del Hotel Riu La Mola es una mala noticia. Afortunadamente, los afectados tienen síntomas leves y se recuperan en sus casas y, además, parece que no habían tenido contacto directo con clientes del hotel.

La cadena hotelera ha aplicado desde el primer minuto su exigente protocolo para este tipo de situaciones y los turistas hospedados siguen con sus vacaciones con normalidad.

La cadena RIU tiene centenares de hoteles en todo el mundo y ya es mala suerte que los primeros casos en todos sus establecimientos desde la reobertura hayan aparecido en Formentera. Eso demuestra claramente que el virus no entiende de temporadas turísticas, ni de balances económicos y que sigue ahí agazapado, a la espera de infectar al primero que se despiste. Espero equivocarme, pero este no va a ser el único brote y habrá que seguir con todas las precauciones y respetando las normas, aunque a algunos les parezca que ponerse una mascarilla sea una tortura equiparable a ‘la doncella de hierro’. A ellos me gustaría invitarles a quedarse en casa y ahorrarse así este método propio de la inquisición de Torquemada.

La temporada empezó tarde, pero con ánimo y entusiasmo. El sol, las playas y las vacaciones pueden hacernos olvidar de dónde venimos y nos invite a dar rienda suelta a nuestros deseos de libertad. Eso está muy bien, pero con mascarilla, distancia e higiene y crucemos los dedos.