Fue en 2005 cuando los ahora Reyes de España visitaron Ibiza con carácter oficial cuando apenas llevaban un año casados. Muchas cosas han cambiado en estos últimos 15 años y no puede decirse que Felipe VI y Leticia lleguen en el mejor momento, con una economía destrozada, sin apenas turistas, y la imagen de la monarquía española por los suelos por los supuestos negocios ilegales del rey emérito. Pero no hay que desmerecer el gesto de los Reyes visitando Ibiza durante sus vacaciones, acudiendo al Museo Monográfico, a la Necrópolis de Puig de Molins y al municipio de Sant Antoni. Porque esta visita tiene una clara intencionalidad de querer explicar al mundo que Ibiza es un lugar seguro pese al Covid 19. Y, por ello, los Reyes han querido recorrer las calles de Sant Antoni, habitualmente repletas de turistas británicos que ahora mismo, por culpa de la cuarentena impuesta por el Gobierno de Johnson, se encuentran vacías. Y recordar, con su visita al Museo Monográfico y a la Necrópolis de Puig de Molins, que Ibiza es algo más que bonitas playas y fiestas, que hay una oferta cultural de calidad que debe darse a conocer al exterior.

La visita de los Reyes es más que oportuna porque la sociedad ibicenca necesita una inyección de optimismo ante la grave situación que está viviendo todo el país, una pesadilla que está calando en el estado de ánimo de una sociedad muy golpeada y con un futuro muy incierto. Más allá del saludable debate sobre monarquía sí o monarquía no, pensemos que esta visita en estos momentos tiene una mayor importancia por la imagen de los Reyes en Europa, por la promoción turística de futuro, pero sobre todo porque esta presencia real en Ibiza demuestra un compromiso de Felipe VI con la sociedad ibicenca, con su cultura y sus tradiciones.

Noticias relacionadas

Me cuesta imaginar a un Rey Juan Carlos I cogiendo un avión durante sus vacaciones estivales en Marivent para recorrer las calles de Sant Antoni en pleno mes de agosto, y mucho menos visitando un museo. Las vacaciones de Juan Carlos I en Mallorca consistían en paseos en yate, cenas con amigos, regatas y una engorrosa cena con la sociedad mallorquina. Poco más.

El actual rey será menos campechano y no tendrá tanto carisma como su padre, pero parece tener mucho más claro cuál debe ser ahora su papel, qué tiene que hacer para poder ayudar para que esta sociedad salga lo antes posible en el drama sanitario y económico que ha provocado el coronavirus. Y este gesto, en las actuales circunstancias, tiene mucho valor. Algunos dicen que Felipe VI quiere salvar un empleo que su padre ha puesto en peligro, pero nadie discutirá que se está ganando la confianza de la sociedad con mucho esfuerzo y dedicación. Y seguro que la sociedad ibicenca, mayoritariamente, se lo agradece.