La expresión ‘Nueva normalidad’ la hemos venido escuchando en boca de políticos, médicos y científicos. El incluir el vocablo ‘normalidad’ en la expresión pretende darle un halo de esperanza y parece prometer un futuro esperanzador a los que la escuchan, como aquellos ‘brotes verdes’. ¿Se acuerdan? Pues servidor no sabe si la ‘Nueva normalida’ ya está aquí, o todavía esta por llegar, o vendrá en 2022, pero lo que es cierto es que esto tiene mala pinta.

En abril todos pensábamos que la temporada turística estaba perdida y muchos parecían convencidos de no abrir en 2020. De repente, todo pareció solucionarse y como por arte de magia, todo empezó a abrir con la normalidad ‘nueva’. Con una mascarilla y agua y jabón estaba todo solucionado.

Y los turistas, que vieron las puertas abiertas, entraron en tropel, ávidos de sol y playa, después de un duro confinamiento. No me puedo creer que entre las autoridades nadie contemplara la posibilidad de que muchos insensatos hayan montado fiestas al estilo de la ‘vieja normalidad’ o esas puestas de sol en el mirador de Es Vedrà, donde las precauciones son más bien escasas.

Conociendo nuestra sociedad, éstas y otras barbaridades eran más que esperables, así que no entiendo a los que ahora ponen el grito en el cielo cuando Inglaterra o Alemania recomiendan no viajar a España.

Hoteles y restaurantes que echan el cierre a final de mes, hordas de trabajadores que huirán en tropel, sin saber muy bien dónde encontrar un panorama mejor.

El invierno va a ser duro, esperemos que esa incertidumbre y angustia no se conviertan en la ‘normalidad’. Nos toca aprender a vivir en la incertidumbre que nos deparan los próximos meses o quizás años. Ésa es de verdad la ‘nueva normalidad’ y dejémonos de milongas del Río de la Plata.