Parece que la clave del nombramiento de Francesc Antich como presidente de la Autoritat Portuària en sustitución de Joan Gual de Torrella es blindar la institución ante la Fiscalía Anticorrupción, que no haya más sustos y que no le den la legislatura a Francina Armengol.

Los expertos aseguran que con Antich en la APB no hay riesgo de que la Guardia Civil o Anticorrupción pueda tener la tentación de investigar posibles concesiones porque ya se sabe que el expresident es intocable. Para los que no se acuerden, recordemos cómo fue la gestión de Antich en el Govern, un auténtico desastre, sin los votos necesarios para sacar los presupuestos de su último año, con socios políticos en los tribunales día sí y día también, y con una Comunidad endeudada y sin pagar a los proveedores. Las facturas no pagadas por el Govern sumaron 1.000 millones de euros, que evidentemente tuvo que pagar el gobierno siguiente.

Con estos antecedentes, Antich ha sido el elegido para presidir la Autoritat Portuària, pese a no tener ningún conocimiento sobre puertos, pero tampoco importa mucho. Recuerden que Antich renunció al cargo de delegado del Govern en Madrid porque no tenía nada que hacer y el ex president se vio obligado a regresar a su antiguo puesto de trabajo, un reto inhumano donde con mucho esfuerzo ha podido permanecer durante un año. Con este bagaje, y pese a llevar 30 años de cargo en cargo, Antich ha sido el elegido por Armengol.

Ya les aviso que no esperen muchas decisiones por parte de la Autoritat Portuària en lo que resta de legislatura. Las concesiones se agotarán, se ampliarán, y la institución, eso sí, quedará blindada judicialmente. Y si hay problemas, la culpa se la darán a Gual de Torrella. Conocemos de sobra la historia, lamentablemente.