La presencia de reptiles en la isla es un mal que amenaza nuestra fauna y nuestra flora. Es imperativo no sólo controlar su expansión, sino reducir su población hasta erradicarlas de nuestro campo. Para esta tarea, el Govern va a desembolsar la friolera de 853.000 euros al Consorcio para la Recuperación de la Fauna de Baleares (COFIB), entidad que también se dedica con escaso acierto a combatir la lucha contra las palomas torcaces.

Sus métodos, además de ser completamente ineficaces, son extraordinariamente caros. Con abundante personal y técnicas varias, durante el 2020 han capturado tan sólo 887 ejemplares, un balance irrisorio en comparación con la labor de los cazadores. A la Delegación ibicenca de la Federación Balear de Caza le ha bastado una sola persona y mucho menos dinero para capturar 1.100 serpientes, amén de que su lucha contra las torcaces es gratuita y mucho más efectiva que las absurdas técnicas del COFIB para espantarlas (que no erradicarlas).

Con casi un millón de euros de dotación, al COFIB le sale un negocio redondo, concretamente a 961 euros cada serpiente capturada. Además de destinar a la Delegación de los cazadores mayor apoyo económico, se deben relajar las restricciones a la caza de la torcaz de inmediato, dado que en caso contrario los agricultores se levantarán en pie de guerra contra la administración que lo impida; la situación es extrema. Su reclamación es tan legítima como necesaria: se deben poder cazar torcaces sin límite de cupo ni restricción en el tiempo.

En lugar de desembolsar dinero público con los ojos cerrados a una entidad privada de atino en su actividad, se debe analizar si no merecen los cazadores mayor apoyo, a tenor de su extraordinaria e imprescindible labor para el campo ibicenco.