A FALTA DE documento gráfico (que sepamos) del momento ágape, no tenemos más remedio que usar la imaginación para visualizar a los nueve comensales de Can Botino, sentados en los escaños de los concejales ingiriendo el pollo con arroz, las croquetas y los pimientos del piquillo rellenos, mientras la presidenta del Govern les pregunta cómo les va el negocio y si les viene bien la lluvia de millones que se supone van a caer en forma de ayudas. Cuando vino a informar de los raquíticos 1.500 euros que les iba a dar el Govern a los restauradores obligados a cerrar, no hizo una puesta en escena tan teatral como esta.

Más allá de si la comida se podía o no se podía celebrar durante la Fase 3 y de lo claro que es el BOIB al respecto, no perdamos el foco de la situación y la cantidad de interrogantes que se producen alrededor de ella. En primer lugar cuando una persona va a una comida privada, como ponía claramente en la agenda de Armengol, se la paga de su bolsillo. No me cabe ninguna duda de que así lo debió de hacer el alcalde de Ibiza, Rafa Ruiz, ya que fue él quien convocó la comida y, repito, se trataba de un dinar privat .

Pero, entonces, el argumento que utiliza la presidenta del Govern de que fue una «reunión de trabajo» contradice lo que ponía en su propia agenda. ¿Era una comida privada o era una reunión de trabajo y, por lo tanto, fueron las arcas municipales las que pagaron el catering de s’Olivera? Y si era una reunión de trabajo por qué no se incluyó en la apretada agenda de la visita de Armengol.

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Es noticia que la presidenta, el conseller de Vivienda y Movilidad y el alcalde de Ibiza se reúnan con empresarios de diferentes sectores de la isla, aunque no sepamos por qué se reunieron con estos seis precisamente, ni de quién fue la idea, ni cuál fue el criterio de selección. Y es noticia que lo hicieran, además, en un salón de plenos que lleva cerrado meses por la pandemia, reconvertido en salón de banquetes. No es de extrañar que los memes al respecto estén circulando como la pólvora por las redes sociales.

Las escuetas explicaciones de Armengol recuerdan mucho a las que dio al principio de la crisis del bar Hat y todos sabemos cómo acabó eso. Al menos, esta vez a nadie de su equipo se le ha ocurrido enviar un comunicado tan lamentable como el de aquella ocasión. Pero hay que reconocerle que por lo menos ella contesta, no como el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, que ha decidido esconder la cabeza hasta que no le ha quedado más remedio.

En vez de salir a dar explicaciones en tiempo y forma ha preferido que sea su fiel teniente de alcalde Elena López la que saque uñas y dientes defendiendo lo indefendible en redes sociales y acusando a Periódico de Ibiza y Formentera de «difamar y mentir». Sin embargo, ella misma reconoce que la comida se produjo, que el espacio estaba ventilado y que cumplía, según ella, con el Decreto 27/2021, de 12 marzo.

La noticia es cierta, las personas mencionadas estaban allí y ninguna de ellas nos ha desmentido ni una coma del artículo. Igual una disculpa pública y admitir que no fue una buena idea sería lo más honrado en vez de intentar, como siempre, matar al mensajero.