Hola, me llamo Jordi, tengo siete años y estoy nervioso. Hoy empiezo mi curso de iniciación a vela y por lo que tengo entendido tendré que valerme por mí mismo para manejar una pequeña embarcación. Ya han pasado varios días y gracias a mis monitores esos nervios se han transformado en unas ganas increíbles de volver cada día al Club Náutico de Ibiza y seguir aprendiendo junto a mis compañeros de una actividad tan especial: navegar.

Hola de nuevo, sigo siendo el mismo niño unos años más tarde. Tengo once años y formo parte de la flotilla del Club. No entendía muy bien que significaba «flotilla» y lo he buscado en el diccionario. Dice algo así como «flota de barcos pequeños», ¡qué extraño, yo que siempre pensé que hacía referencia a la amistad!

La amistad forjada estos años por tantos niños y niñas que hemos recalado aquí, que hemos formado un grupo muy especial y que viajamos a menudo representando al club que nos está formando como personas. ¡Incluso tenemos un grito de guerra deportiva que no dudamos en lucir orgullosos de nuestras raíces! Dice algo así como: «Eivisssaaaaa oeeeé!» Algunos sentimos pudor al principio, pero con los años desparece la vergüenza.

Lo dicho, pasan los años. Ya tengo 18. Empiezo mis estudios universitarios lejos de la isla que me ha visto crecer y lo que más echaré en falta son los buenos ratos con mi gente del club, tanto en el mar como El Club Náutico Ibiza fue, es y será nuestra vida en tierra.

Soy Jordi Tur, hoy en día ya son 36 los años que sumo. Mi intención en este artículo no es contar mi historia a título personal. Precisamente busco todo lo contrario. Lo que realmente me gustaría es que la gente entendiese todo lo que este Club representa para mí y para cientos de personas como yo.

El Club Náutico Ibiza es nuestra vida. La mayoría de nosotros, tanto socios como deportistas, formamos parte de esta entidad centenaria desde siempre. Veo a diario a niños y a niñas disfrutando de esta maravillosa vida y me da pánico la idea de que pueda tener un final. No me preocupa excesivamente mi situación. Lo que realmente me quita el sueño es la posibilidad de que los pequeños deportistas de hoy no puedan tener la suerte que tantos otros tuvimos.

Me preocupa también, y mucho, ver desaparecer programas como ‘Un mar de Posibilidades’, el proyecto que desarrolla el Club Náutico de Ibiza desde hace 17 años y que ofrece actividades terapéuticas a personas con necesidades especiales. Recomiendo a todo aquel que lo desconozca que se dé un paseo por Talamanca y que se fije en las caras de felicidad de esas personas tan especiales. ¿Qué sería de todos ellos sin la existencia de nuestra actividad? Seguramente sus vidas seguirían adelante, pero creo que serían un poco menos felices o plenas.

Gracias Club, gracias por todo lo que nos das y sigamos navegando.