Imagen de archivo de un botellón en Ibiza.

Cuando hace semanas Madrid era una de las comunidades autónomas con mayor incidencia en covid decían que la culpa era de Ayuso por permitir la apertura de los bares hasta tarde y, por lo tanto, facilitar los botellones de jóvenes en la capital io del Govern.

Semanas después, Balears ha provocado el megacontagio más grande a nivel español. De hecho, el conseller Negueruela llegó a decir que por culpa de Ayuso Balears no había conseguido entrar en la lista verde británica. Siempre Ayuso, antes y después de las elecciones de la Comunidad de Madrid, aunque tras su aplastante victoria aquellas críticas diarias iban desapareciendo del facilón y demagogo argumentario del Govern desde que empezó la pandemia. Balears ha exportado cientos infectados de covid a media España, pero ahora la culpa ya no es de la presidenta del Gobierno autonómico, como ocurría con Madrid, sino de los jóvenes estudiantes, “niñatos” irresponsables, con padres también poco responsables y que nunca tendrían que haber autorizado que sus hijos hubiesen viajado a Mallorca. Cuando el listado de reproches hacia los demás se agotó, el Govern apuntó a la jueza que ordenó que aquellos estudiantes que habían dado negativo abandonasen la cuarentena obligatoria ordenada por la Conselleria de Salut sin argumentarlo suficientemente. Durante una semana hemos vivido un lavado de imagen sin precedentes de la presidenta balear y su equipo por parte de buena parte de los medios de Baleares, que han apuntado sin freno hacia jóvenes que simplemente ejercieron como tales, que no incumplieron ninguna norma y que solo se beneficiaron del descontrol e improvisación oficial. Era mucho más fácil criticar a los jóvenes que a Armengol, algo que en cambio no ocurrió con Ayuso, que sí era la culpable de los botellones en Madrid por ser un foco de contagios de covid. Armengol siempre se salva. Excepto con el Hat Bar, claro.