Personal sanitario prepara una dosis de la vacuna contra el coronavirus. | Arguiñe Escandón

El Gobierno español ha rechazado establecer la obligatoriedad de la vacunación, ni siquiera en aquellos puestos de trabajo de riesgo, como pueden ser las residencias de ancianos u hospitales. Se considera ilegal la obligatoriedad de vacunarse y no es ni un requisito para poder sentarse en una terraza, acudir a un cine o entrar en un museo.

Durante las dos primeras semanas de septiembre he tenido la oportunidad de viajar por algunas capitales europeas y, a diferencia de España, hay que mostrar el certificado covid para poder tomarse un café o incluso entrar en un museo. Sin el certificado europeo está prohibido entrar en un restaurante, de manera que mayoritariamente los ciudadanos deciden vacunarse o, por el contrario, quedan apartados de la vida social en sus países.

Las aerolíneas no obligan a estar vacunados para poder volar, pero reclaman el certificado covid a la hora de sacar las tarjetas de embarque, lo que en la práctica es lo mismo que obligar a vacunarse. Pese a que los mensajes negacionistas han tenido muy poco eco en los medios, en España algo menos del 30 por ciento de los ciudadanos han decidido no vacunarse. O bien por miedo o utilizando argumentos no científicos, esta pequeña parte de la población que no se ha vacunado prefiere poner en riesgo sus vidas y las de otras personas no inyectándose alguna de las vacunas que se han utilizado en Europa para inmunizar a la población. Desconocen que gran parte de las víctimas de la última ola ingresados o fallecidos tomaron la misma decisión que ellos: no vacunarse. Y desconocen que si ahora la situación epidemiológica ha mejorado es gracias a que la vacunación es mayoritaria. Igual peco de radical, pero la vacunación debería ser obligatoria. Pero en España, a diferencia de muchos países europeos, a los negacionistas no se les ha aislado.

Si para entrar en un bar se obligase mostrar el certificado de vacunación doy por hecho que no quedaría ni uno sin inmunizar.