Fachada del Tribunal Superior de Justicia de Baleares. | Jaume Morey

Muchas veces se ha dicho que una justicia lenta no es del todo justa, pero yo añadiría a esta frase que tampoco resulta eficiente. Sin ir más lejos, se ha conocido esta última semana una sentencia del Tribunal Superior de Justicia la las Islas Baleares (TSJIB) por la que se revoca la sentencia dictada por una jueza en nuestras islas que decidió en su momento que la opción del Govern de confinar a algo más de cien estudiantes que estaban de viaje de fin de curso en Mallorca por su relación con un brote de covid, era sin ninguna duda ilegal.

Pues bien el TSJIB avala la medida que adoptó el Govern Balear y rectifica la sentencia de la jueza local. La jueza en cuestión decidió dar la razón a un grupo de padres irresponsables que calificaban de secuestro el confinamiento de sus hijos en un hotel de cinco estrellas. El comportamiento de muchos de los jóvenes allí confinados dejo mucho que desear, ya que se saltaban a la torera todas y cada una de las normas del citado confinamiento montando jaranas y saltando de una habitación a otra, pero claro eso no mereció el menor comentario por parte de los padres ofendidos.

Resultado de esa primera sentencia fue la inmediata salida de todos aquellos estudiantes que no hubieran dado positivo en las correspondientes pruebas que se les habían realizado. Poco le importó a la jueza que todos esos estudiantes que dejo salir del confinamiento, hubieran sido contactos de los que sí habían dado positivo y que muchos de ellos tenían muchas probabilidades de acabar siendo positivos también; como así ocurrió con la mayoría de ellos al llegar a sus lugares de residencia. Gracias a la jueza, se propago por muchos puntos del territorio nacional el brote que se inició en el ya famoso concierto de la plaza de toros de Palma; que por cierto jamás debería haberse autorizado en ese momento.

En otras ocasiones y en relación a la decisión de esa jueza, he hecho referencia a la desconexión de la justicia con la realidad sanitaria de ese momento y a lo inoportuna que podía ser esa decisión en el contexto sanitario en el que se estaba tomando. Muchos debates y opiniones enfrentadas ha provocado el hecho de que se tuvieran que aplicar medidas durante todos los meses pasados de pandemia, que sin lugar a dudas suponían la restricción de derechos individuales, en beneficio del interés colectivo. La realidad estaba y está todavía sometida a circunstancias extraordinarias que incluso la justicia ha de tener muy presentes a la hora de dictar sentencia, cosa que evidentemente no tuvo en cuenta la jueza en cuestión.

Toda esa confrontación judicial entre el Govern y los padres irresponsables de esos niñatos malcriados ocurrió en junio y ha sido en septiembre cuando el TSJIB le ha enmendado la plana a la jueza de la primera sentencia. Es por ello que escribía al principio del artículo sobre la ineficacia de determinadas decisiones judiciales. ¿Que consecuencias va a tener hoy la sentencia del TSJIB?, pues está claro que ninguna. Los estudiantes ya provocaron la expansión del covid por buena parte del territorio nacional y para la jueza que los dejo salir, su falta de reflexión y sentido común no va a suponer absolutamente nada en su día a día.

¿Que sentido tiene que se rectifique tres meses después del momento en que resultaba crucial tomar la decisión correcta y no se hizo?. Lo cierto es que tiene poco de positivo, ya que una decisión extemporánea no solventa ningún problema. Para lo único que habrá servido, sera para sacarle los colores a la jueza que decidió dar la razón a los padres que se pasearon por todos los platos de televisión, las emisoras de radio y las redacciones de los periódicos afirmando que sus hijos estaban secuestrados en Palma, dando rienda suelta con ello a sus afanes de protagonismo y frustraciones.

Sin duda alguna es cierto que la democracia es el menos imperfecto de los sistemas políticos, pero para que la misma pueda acercarse un poco más a la utópica perfección esta claro que se debe seguir trabajando en la mejora de los tres poderes que la sustentan, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Y está claro que es este último el que se está quedando más estancado.

Por el bien de todos es de esperar que la justicia vaya avanzando y mejorando con ello su estructura y capacidad de gestión. Sin duda la sociedad lo necesita.