El Govern de Francina Armengol ha sumado un nuevo escándalo (otro más) desviando nada menos que 1,2 millones de euros a una gala musical de una radio. No sólo se gastaron un dineral para traer la cursilería de Pablo Alborán a Mallorca, sino que lo hicieron incluso con fondos de una ecotasa que, supuestamente, iba destinada a reparar el daño ambiental que causaba la masificación turística.

En esta ocasión, el PSIB ha conseguido engatusar y hacer que caiga en la trampa el PP de Ibiza, dado que el Consell Insular aportó 50.000€ a un evento que tuvo nula repercusión en nuestra isla. Por no hablar del alcalde de Vila que, generoso, también envió a Palma 25.000 euros de los ibicencos.

La izquierda que fingía extrema preocupación por el impacto ambiental y se alzaban como los adalides de la pulcritud, riegan sin pudor con dinero público a un medio afín para que siga escondiendo los desmanes de su jefa editorial con el único fin de perpetuarla en el Consolat de Mar para que siga siendo ‘generosa’ con ellos.

Desgraciadamente, este no es un episodio extraordinario, dado que en el PSIB en general y en el PSOE de Ibiza en particular, han demostrado una extraña afición por las lentejuelas, el faranduleo y todo lo que huela a photocall.

Cuesta de creer que hacer un campo de fútbol u organizar un concierto privado millonario sea tan sencillo (basta tocar una Ley o firmar el contrato el día antes) y poner solución al drama de las decenas de familias de los Apartamentos Don Pepe o tener una atención primaria medio digna sea algo tan complejo.

Lo único que mereció la pena de dicho evento fue poder contar con el único influencer decente: Miquel Montoro, un niño que con 15 años goza de mayor dignidad que todos los arribistas que siguen alabando un espectáculo indecente.