Andreu Ferrer. | Toni Ruiz

Formentera tiene nuevo titular del Juzgado de Paz, casi dos años después de la renuncia de Joan Yern, quien estuvo 20 años como juez de paz y dimitió después de ser detenido por tener trabajando en uno de sus restaurantes a empleados que debían estar aislados por el COVID-19.

El nuevo juez es Andreu Ferrer, que, recién jubilado, parece no tener ganas de aburrirse y se ha metido en este lío, que no es poca cosa. No se me ocurre nadie más apropiado para el cargo. Recordemos que el Juzgado de Paz es un órgano unipersonal que tiene, en este caso, jurisdicción en Formentera. Es elegido a propuesta del Consell y no ha de ser necesariamente profesional del derecho.

Se les suele escoger por su trayectoria personal y por su talante. En este caso, hubo unanimidad absoluta en su elección.

Andreu es un buen hombre, apreciado por su amabilidad, atildado, culto, educado y, a pesar de ello, simpático y con una ironía muy de Formentera. Nació hace 65 años en la misma habitación en la que duerme cada noche y ha trabajado como funcionario del Ayuntamiento, primero, y del Consell, desde su fundación, toda su vida laboral (47 años). Está implicado en el mundo sindical y participa activamente en la vida cultural y asociativa de la isla. No se puede ser más formenterense.

Su compromiso con el territorio le ha hecho dar un paso adelante para seguir siendo útil a la sociedad con la que convive. En los tiempos que corren, emociona ver que sigue habiendo personas como Andreu, con valores sólidos, ganas de complicarse la vida y una bonhomía sincera. Formentera está de enhorabuena y quiero aprovechar para desearle mucha suerte en este nuevo cometido, ya que talento y capacidad le sobra. Sin duda, su suerte será la nuestra.