Esto salió de las alcantarillas de Vila tras la lluvia de este jueves.

Empiezo a pensar que, por alguna extraña razón, nuestro admirado alcalde Ruiz siente algún tipo de placer cada vez que caen cuatro gotas sobre la ciudad. Sabe que eso supondrá, sí o sí, que todo acabará lleno de mojones de todo tipo y color, toallas, tampones, compresas y varios cadáveres de ratas… Y, aun sabiéndolo, no hace absolutamente nada para evitarlo. Mucho carril bici, mucho lloro en actos sociales, mucho pin de la dichosa Agenda 2030, pero ni una sola acción encaminada a separar la red de pluviales y fecales para evitar que durante demasiados días al año sea la mierda la protagonista de la ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Así que sí, creo que a este individuo le pone de alguna manera lo de ver las aceras llena de lodo fecal (no sé ya ni cómo llamarlo) y pensar en el malestar que eso genera entre los ciudadanos cuyos dineros tiene que gestionar. Y como pienso que no tiene ningún afán de arreglar el problema pues le propongo desde aquí que incluya en su próximo programa electoral un circuito bien señalizado que recorra las zonas de la ciudad más afectadas por el resultado de su desidia. En el torrente de sa Llavanera, incluso, puede hasta poner un monumento. Es más, el Circuito del Truño puede contar con la Truño App y premiar a los participantes con, no sé, un par de toallitas recuperadas en es Pratet o una rata conservada en hierbas ibicencas. Si hay gente que compra bragas usadas por internet y otros a los que les mola ir a ver cementerios, ¿por qué no pensar que hay un turismo al que le atraiga la mierda? Así, al menos, sacaremos rendimiento de esta tortura y él y su equipo tendrán algo de lo que presumir.