Una imagen de Formentera. | Pixabay

La semana pasada la Obra Cultural Balear de Formentera organizó una mesa redonda para reflexionar en torno a la gestión del territorio en el pasado reciente y en el    futuro de Formentera.

El representante del Consell, el responsable de territorio, Rafael González, defendió una y mil veces lo que a su modo de ver han sido años de buenas políticas proteccionistas, tal y como su partido Gent per Formentera ha venido repitiendo como una mantra desde el inicio de su gobierno.

El resto de ponentes: una ecologista, una abogada y la representante de la asociación de vecinos de la isla intentaron trasladar al político que la labor llevada a cabo no ha sido ni mucho menos «impecable» y le invitaron literalmente a «bajar del púlpito» y toparse con la realidad.

Las figuras proteccionistas de las que alardea la administración no sirven para nada sin inspecciones y sanciones, así de claro lo dejaron los ponentes.

Capítulo aparte mereció la medida estrella de la limitación de entrada de vehículos en temporada alta. Mientras el político sacaba pecho y manifestaba que «Menorca ha copiado la medida de principio a fin», el resto de la mesa le quiso dejar claro que una gran mayoría de los residentes consideran que se trata de una «operación de maquillaje» y que la reducción de un 12%, tomando como referencia el año 2019, que fue de una agobiante saturación, es del todo «insuficiente» y pidieron más valentía y restricciones más elevadas.

Formentera es un territorio enormemente deseado y eso siempre supone un alto riesgo de morir de éxito. En todo caso, si las administraciones implicadas no son capaces de gestionar el territorio correctamente, será el propio mercado el que lo haga, la saturación no trae nada bueno.    Siempre y cuando no sea demasiado tarde, medioambientalmente. Veremos.