Vista del pueblo de Sant Joan de Labritja. | Toni Planells

Los ciudadanos han despejado las dudas en Sant Joan. Había muchas expectativas por parte de aquellos que tenían como único proyecto político tumbar a Tania Marí. Durante la campaña algún imprudente ya se daba por vencedor con unos humos que han caído en picado. A Santi Marí y Sa Veu des Poble les ha tocado saborear el amargo hedor de la derrota. A pesar de obtener dos concejales cada uno, no alteran la mayoría absoluta del PP, que podrá seguir gobernando con la comodidad que le brindan los ocho concejales que obtuvo. Los vecinos del municipio no se han entregado a los personalismos ni a los experimentos y han apostado por la estabilidad y la renovación. El ruido y la sed de venganza no se han transformado en votos.

La apuesta de Santi Marí es el mayor suicidio político que se recuerda en las últimas décadas. De poder ser un hombre fuerte en el PP con una conselleria al lado de un Vicent Marí reforzado o diputado en el equipo de la presidenta Prohens, se ha quedado en un simple concejal de la oposición irrelevante y sin influencia, después de haberse enfrentado a su expartido y haber perdido. La estrategia de victimización no ha funcionado y con ella ha firmado el final de su carrera política. Para este viaje no hacían falta alforjas.

A pesar de haber ganado con contundencia, Tania Marí tiene mucho terreno por recuperar, especialmente en Sant Llorenç y Sant Miquel, lugares en los que ha ganado a pesar de haber perdido fuelle. Ahora tiene un gran reto por delante: dinamizar el municipio, desenquistar proyectos pendientes y mejorar la imagen de los cuatro pueblos. Le acompaña un equipo solvente sobre el que se centran las miradas, a la espera de ver si hay un nuevo despertar en materia de gestión y comunicación. A todos ellos, sort i encerts!