La bandera saharaui brillaba con fuerza en el restaurante Ca La Calma, en la Cala de Sant Vicent, mientras el propietario Jesús Cardona Roig y el resto de trabajadores ultimaban los preparativos para una visita muy esperada. «Ahora llegarán al local varios niños saharauis. Llevan más de 45 días de vacaciones en Ibiza y les hemos preparado una comida muy especial», ha señalado Jesús Cardona a Periódico de Ibiza y Formentera mientras esperaba emocionado la llegada de estos pequeños. Una visita que se retrasó varios minutos, pero esto no frustró las expectativas y los planes programados para el día de ayer. Y, así, con un resonante Salam aleikum, el tradicional saludo árabe, los dos pequeños saharauis y sus familias de acogida pisaron de nuevo este establecimiento.

«Está siendo una experiencia muy intensa y enriquecedora para nosotros. Al principio costó un poco la adaptación por el choque cultural que supuso para él, pero con el paso de los días el pequeño Taher Bathir se convirtió en uno más de la familia», ha indicado emocionada Aisha, madre de acogida de este niño saharaui. Incluso esta vecina de Formentera ha afirmado este martes entre risas que Taher Bathir y su hijo ya se «pelean» como auténticos hermanos. Sin duda, una gran experiencia para esta familia que, según Aisha, quieren repetir el verano que viene.

Poca difusión

Al preguntarle por la poca participación este año de las familias pitiusas en este programa de acogida ‘Vacances en Pau’, Aisha consideró que ha podido influir tanto la carga laboral de los vecinos durante el verano como «la escasa difusión» de este «gran proyecto». Enfrente de esta solidaria familia estaban el presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Ibiza y Formentera, José María Costa, y el ‘popular’ Miquel Jerez, fiel defensor de la causa saharaui. El primero indicó al respecto que tenían un «cupo» establecido, pero fueron surgiendo algunos «problemas» que provocaron la pérdida de algunas familias inscritas. Esto supuso que finalmente llegaran a Ibiza sólo tres pequeños saharauis: Taher Bathir, Nayac y Malica. Este martes uno de ellos se encontraba con su familia de acogida en Mallorca y no pudo asistir a esta comida en la Cala de Sant Vicent.

Por su parte, Miquel Jerez indicó a este medio que la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Ibiza y Formentera hizo un gran «esfuerzo después de pandemia» porque esta «intermitencia» perjudicó mucho a la continuidad de este programa solidario y, por ende, se vio mermada la capacidad de acogida. Entre los motivos de esta reducción de la participación, Miquel Jerez destacó la elevada inflación y la incertidumbre sobre las perspectivas económicas. No obstante, este defensor de la causa saharaui reconoció que tiene la esperanza de volver a alcanzar los niveles altos de colaboración de años anteriores. «Ibiza siempre ha sido muy solidaria. Por eso quiero hacer un reconocimiento a todas las familias de acogida que han participado en este programa. Quiero alabar su implicación y dedicación con estos pequeños», ha apuntado Miquel Jerez minutos antes de comenzar esta comida tan especial. Cabe señalar que antes de la pandemia se llegaron a ofrecer 95 familias en Baleares e incluso un verano alcanzaron los 200 hogares dispuestos a acoger a estos niños.

Al retrasarse la llegada al restaurante, los juegos en la playa previos a la comida han tenido que posponerse hasta la tarde. «La idea era que jugaran con la arena, que hicieran castillos y corretearan por la playa. Lo harán después de comer», ha explicado el propietario mientras estos invitados especiales se sentaban en la mesa y disfrutaban del buen clima, dejando atrás el calor del desierto del Sáhara. Cabe recordar que estos niños proceden de los campamentos de refugiados de las proximidades de la ciudad argelina de Tindouf donde viven en torno a 150.000 personas. «Para ellos el periodo de adaptación es complicado. Allí sufren condiciones de calor extremo, con 50 grados a la sombra, y problemas de salud», ha puntualizado Jerez mientras los dos pequeños estaban sentados en la mesa. Enseguida, los ojos inocentes de estos niños se clavaron fijamente en la bandera de la República Árabe Saharaui Democrática que seguía brillando con fuerza junto al letrero del local, incluso parecía que con la llegada de ambos esta enseña brillaba con más intensidad.

Conflicto con el Sáhara

Llegó el momento en que se sirvió la comida en la mesa: hamburguesas de pollo para los pequeños o pescadito frito y un arroz marinero para los adultos. Todos ellos miraban con ternura y de reojo a los niños saharauis mientras degustaban los platos elaborados «con mucho cariño» por los cocineros del restaurante Ca La Calma. Su propietario, que se alistó con 19 años como legionario voluntario y pasó dos años defendiendo este territorio contra los marroquíes, explicó con indignación que Marruecos es como un «enorme grano». «El conflicto del Sáhara por la independencia se ha prolongado ya 48 años y no parece que a la gente le importe la ocupación marroquí y la situación que viven allí», ha lamentado Jesús Cardona haciendo hincapié en el compromiso humanitario de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Ibiza y Formentera con el pueblo del Sáhara Occidental.