Yuliia Tomashchuk, ucraniana refugiada en la Mola. | Toni Ruiz

Yuliia Tomashchuk (1983, Kiev, Ucrania) soñaba desde hacía meses con venir a pasar unos días en Formentera. Estaba invitada por unos amigos de la Mola a conocer la isla en invierno. Llegó a la Mola el pasado 19 de febrero y justo el día después las tropas rusas entraban en Ucrania iniciando la guerra.

Su sueño se ha convertido en pesadilla viendo en la televisión cómo se masacra a sus paisanos y habiendo dejado atrás a su hijo y al resto de la familia.

Sus amigos de la Mola la acogieron desde el primer momento, convirtiéndose así en una refugiada involuntaria. Periódico de Ibiza y Formentera tuvo la oportunidad de hablar con ella este pasado fin de semana, justo antes de que Yuliia haya viajado a la frontera de Polonia con Ucrania para intentar rescatar a su hijo para volver a la Mola a esperar tiempos mejores.

—¿Cómo llegó usted a la Mola?
—Soy de Kiev (Ucrania) y el pasado 19 de febrero vine de vacaciones a Formentera, a casa de unos amigos y ahora no puedo volver a mi país.

—¿Cómo está viviendo usted el conflicto bélico de su país, desde la distancia, en la Mola?
—Para mí fue muy duro cuando vi que estaban cayendo bombas en Kiev; allí estaban mi hijo y mi madre, que por suerte se han desplazado hasta un lugar más seguro y mi padre y mi hermano se han quedado en la capital.
Realmente los primeros días no podía creer lo que estaba viendo por televisión; es una auténtica pesadilla. Cuando veo esos lugares preciosos de mi ciudad por los que hasta mi viaje aquí podía dar largos paseos y que ahora están destrozados por la guerra [se emociona] es realmente muy duro.

—Antes de emprender su viaje a la Mola, ¿usted sospechó en algún momento que se podría iniciar una guerra entre Rusia y su país?
—En absoluto. Cuando planifiqué mi visita a la isla ni en el peor de los sueños podría imaginar algo así. Es cierto que muchas personas mayores de Ucrania y quizá algunos amigos hablaban de la posibilidad de que Rusia pudiera atacarnos, pero nunca pensé que fuese a hacerse realidad.

—Nos ha dicho que todo su entorno sigue en Ucrania. ¿Tiene contacto con ellos?
—Sí, de momento por WhatsApp conseguimos comunicarnos. Tenemos un chat especial de amigos para hablar de la guerra, donde explicamos las noticias de cada día y con el que seguimos en contacto. Todos mis amigos han huido de Kiev, algunos al oeste de Ucrania y otros a Italia. Mi hijo y mi madre también se han ido al oeste a donde todavía no han llegado los bombardeos, pero mi hermano y mi padre siguen en Kiev.

—Con la situación que me cuenta, usted se ha convertido en una ‘refugiada’ de guerra en la Mola. ¿Qué piensa hacer?
—Realmente no lo sé; es todo tan incierto. Por supuesto que me gustaría planificar lo que quiero hacer, pero en este momento, sinceramente, no lo sé.
[El día después de esta conversación, Yuliia emprendió viaje hacia la frontera de Polonia con Ucrania para intentar rescatar a su hijo y volver con él a la Mola, donde sus amigos le han abierto las puertas de su casa hasta que la situación cambie en su país].

—Si en este momento tuviese frente a usted a Vladimir Putin, ¿qué le diría?
—Ahora se ha hecho muy popular esa frase del barco ruso, quizá eso le diría [La frase a la que hace referencia Yuliia nace al principio de la invasión, cuando un barco ruso pidió la rendición de un destacamento de soldados ucranianos y estos respondieron: «A tomar por culo». Esa frase se ha hecho muy popular en Ucrania y ahora luce en vallas publicitarias y camisetas].
Realmente si Putin estuviese frente a mí desconozco cuál podría ser mi reacción.