Carla Escudero en las instalaciones de NM Events. | Toni Planells

Carla Escudero (Aranda de Duero, Burgos, 1994) es jefa de seguridad y salud de la empresa All Solutions. Pasó de visitante asidua de Ibiza a una habitante más de la isla hace un par de años para encargarse de la seguridad privada en eventos de distintas envergaduras.

— ¿De dónde es usted?
— Yo soy Aranda de Duero, en Burgos. Veníamos a Ibiza muchos veranos con mis padres, Carmen y Carlos, y mi hermana Sheila. Ibiza me enamoró desde siempre.

— ¿Cuándo llegó a Ibiza?
— Ahora va a hacer dos años y medio. Justo cuando fueron levantando las restricciones. Quería venir a Baleares, que es donde más profesionalizado está mi sector, el de la seguridad. Al principio ejercí como formadora de seguridad privada en una academia. En 2020, con la pandemia, hubo un boom en la formación y poco trabajo de seguridad. Después me ofrecieron hacer el plan de seguridad para el hotel Riomar, en Santa Eulària, que pertenece al grupo W. Poco después pude hacer la seguridad del primer festival que se pudo hacer de pie tras la pandemia. El Sonorama, un festival de Aranda de Duero, en su versión ibicenca. Se hizo en varios hoteles a la vez y supuso un plus de dificultad. Ahora estoy como jefa de seguridad y salud en la empresa All Solutions.

— ¿A qué se dedica?
— Soy jefa de seguridad y salud de la empresa All Solutions. El gremio de la seguridad es a lo que me he dedicado siempre. A la seguridad privada concretamente, que es lo que aglutina vigilantes, escoltas y otras funciones.

— ¿Cómo se introdujo en este mundo?
— Desde el primer escalón: en el control de accesos. Tendría 18 años cuando, un allegado a la familia en ese momento me dio a conocer este mundo. Es a lo que me dediqué mientras estudiaba la carrera de Marketing e Investigación de mercados (que no tiene nada que ver con lo que me he acabado dedicando) en Valladolid, que fue donde comencé a trabajar y a dar cursos como profesora. Me acabé titulando en seguridad con 19 años y, poco a poco, fui escalando para llegar a ser directora de seguridad, tanto en eventos, festivales o haciendo planes de seguridad para hoteles.

— ¿Domina algún tipo de arte marcial?
— Me sé defender, sí. Digamos que domino la defensa personal. Lo que sí quiero dejar claro es que el estereotipo de director de seguridad está muy marcado. El de ‘segurata’ (odio esa expresión). Una persona masculina con un cuerpo voluminoso. En realidad el perfil es todo lo contrario. El director de seguridad es el cerebro de toda una operativa. Hay que gestionar y analizar toda una serie de riesgos y amenazas que puedan acontecer en el evento en cuestión. Hay que dirigir la operativa, planificar lo que pueda pasar y protocolizar las medidas que puedes llevar a cabo para evitar que ocurra. Por eso, que tengas un mayor o menor físico no te garantiza que puedas neutralizar mejor ese tipo de amenazas.

— ¿A qué tipo de amenazas se refiere?
— Las amenazas que surgen en seguridad no solo tienen que ver con peleas o agresiones. Hay más tipos de riesgos. Yo los divido en tres bloques: por un lado, están los riesgos naturales; luego están los tecnológicos o antrópicos, que se refieren, por ejemplo, a una contaminación de agua o una explosión de gas. Ya ves que, por mucho cuerpo que tengas, no te garantiza poder actuar en estos casos; por último, están los riesgos sociales que puedan amenazar a la persona. Aparte de las agresiones, en este grupo también entrarían secuestros, robos o terrorismo.

— ¿Cuál ha sido el mayor evento que ha cubierto?
— El festival de Ibiza Global Radio. Tuvimos a 10.000 personas en la playa, en Sant Antoni, durante dos días. Esto conlleva una preparación previa y exhaustiva. Teníamos un operativo de 40 personas. Varias mujeres en el equipo, por cierto. Lo que sí debo mencionar y agradecer en este evento es el trabajo de la Policía Local de Sant Antoni, a su Ayuntamiento y a NM Events, que me facilitaron mucho el trabajo.

— ¿Hubo que actuar en el festival?
— Pues es algo que me gustaría resaltar. Y es que, con 10.000 personas en el festival, solo tuvimos que atender una asistencia sanitaria. Se cubrió el evento prácticamente limpio. No hubo altercados, más allá de un pequeño grupo de ladrones que detectamos y pudimos echar nada más empezar.

— ¿Ha tenido que vivir algún episodio relacionado con el género o por no entrar en el estereotipo?
— La verdad es que, a pesar de no encarnar el estereotipo del que hablamos, no he tenido nunca ningún problema en ese sentido. Siempre he recibido mucho respeto y compañerismo por parte de todo el mundo. Ahora, como jefa de un equipo, sigo manteniendo ese respeto que se consigue cuando has estado donde de verdad se aprende: en el terreno de juego.

— No puedo evitar preguntarle por los pinchazos en las discotecas que están alarmando este verano.
— Hemos tenido que elaborar un protocolo específico en el registro de la entrada, en el primer filtro. Si detectamos alguna jeringuilla, se lo custodiamos en enfermería y, a la salida, se lo devolvemos. Si se trata de un medicamento, se lo puede administrar tranquilamente en la enfermería con toda seguridad. Durante los eventos organizamos patrullas que están continuamente moviéndose, de esta manera podemos neutralizar cualquier episodio, tanto de intentos de abuso como de robos o peleas, incluso antes de que se produzcan.