La Conselleria balear de Medi Ambient ya tiene un estudio en la mano, titulado «Alternativas de mejora del saneamiento y depuración de Eivissa», con el que justificar su rechazo a desplazar la actual y hedionda depuradora de Eivissa a un emplazamiento donde no moleste tanto a los residentes y turistas. El dinero es el principal argumento para descartar cualquier cambio de lugar, según apuntaron ayer en rueda de prensa la consellera Margalida Rosselló y el director general de Recursos Hídricos, Antoni Rodríguez. El coste de la operación sería, según adujeron, prohibitivo: 25'7 millones de euros, alrededor de 4.263 millones de pesetas, más o menos lo que costará construir el dique de Botafoc.

A los ibicencos no les quedará más remedio que acostumbrarse al hedor o esperar a que tengan éxito las mejoras puestas en marcha últimamente por el Instituto Balear de Saneamiento (Ibasan) para evitar que la instalación siga produciendo unos olores nauseabundos que alcanzan, a veces, zonas situadas a más de un kilómetro, afectando a Jesús, Vila, Puig den Valls y toda la avenida 8 d'Agost.

Rodríguez argumentó que las obras previstas -como la construcción de un depósito laminador y la mejora de la obsoleta planta de pretratamiento, que junto a otras costarán 4'3 millones de euros, seis veces menos que una nueva planta- se tendrían que haber ejecutado aun cuando se hubiera optado por construir una nueva depuradora, ya que el proceso burocrático para que ésta comenzara a funcionar habría superado los cuatro años.

Además de las medidas paliativas del mal olor emprendidas, que han sido reiteradas en varias ruedas de prensa durante los últimos meses, Rosselló anunció otra que ya se había apuntado hace dos años pero que hasta el momento nadie se había atrevido a plantear como una actuación tangible: la redacción (junto al Ayuntamiento) de (otro) estudio de «comportamiento de la red de alcantarillado y detección de focos de generación de septicidad».

A través de ese trabajo se sabrá en qué puntos de la ciudad se suman a las aguas residuales altas concentraciones de sulfhídrico, el gas que provoca un hedor similar al de un huevo podrido. Precisamente, en el estudio se advierte de que las medidas de entrada de sulfhídrico procedentes de Talamanca y del puerto son «muy elevadas», y que «se desconoce» el estado de las acometidas particulares del casco antiguo «a efectos de la existencia de by-pass de fosas sépticas, así como la presencia de arquetas sinfónicas para aislar los olores procedentes del alcantarillado».