C. A El grupo municipal del Partido Popular apoyó las quejas de los vecinos y comerciantes de Dalt Vila que sufren «malestar e indignación ante los problemas que vienen sufriendo en estos últimos meses». Sergio de la Torre se refirió ayer a los problemas de aparcamiento y circulación; las obras realizadas en plena temporada que suponen unas molestias a los comerciantes; la «sensación de inseguridad de los vecinos» ante la existencia de indigentes durmiendo en la zona del museo y los robos y hurtos en Dalt Vila. «Es una zona Patrimonio de la Humanidad y, además de las inversiones millonarias, hay que dedicarle una atención a su mantenimiento y seguridad», dijo.

A su juicio, «es incomprensible que el Ayuntamiento se gaste 30.000 euros en un sistema para controlar la entrada, mediante pivotes, que lleve seis meses estropeado». De la Torre propuso que cuando se produzca una avería «se coloque a un policía municipal para controlar la entrada a la zona en las horas de mayor afluencia». El PP aseguró que el estado de limpieza en la ciudad es vergonzoso: «Hay anuncios de grandes inversiones en jardines cuando han estado abandonados tres años. Hay barrios nuevos que pagan sus impuestos que están abandonados».

El concejal de Gobernación de Eivissa, Pedro Campillo, reconoció que las obras de soterramiento de cables de la Catedral han tardando más de lo previsto: «Nos hubiera gustado que se arreglaran en menor tiempo». Campillo recordó, además, que los problemas de inseguridad no son responsabilidad del ayuntamiento, sino del Estado: «Al PP les pasa como a Dinio que la noche les confunde», dijo. El edil tachó las críticas de la oposición de «oportunismo político», ya que se producen tras las denuncias de los vecinos. «Es razonable que se quejen los vecinos, pero no el PP», precisó. Respecto a los bolardos, que empezarán a funcionar mañana, Campillo dijo que la queja «es un fenómeno curioso» ya que el PP votó en contra de los bolardos.