Beatriz y Pablo, durante una jornada de trabajo habitual. | EVA GOMEZ

Trabajar bajo el sol no está mal del todo. Te pones moreno, ves mucha gente y haces cosas diferentes. Eso sí, el calor es insoportable», dice Pedro, marinero del puerto de Eivissa. Él es el encargado de la limpieza de algunos de los yates que se encuentran amarrados allí y, la verdad, no se queja: «La única pega que pongo es que me derrito».

Y es que trabajar bajo el sol puede parecer algo placentero, pero la realidad es muy diferente.

Muy cerca del mar se encuentran Beatriz y Pablo, vigilantes de la playa de ses Salines. Reconocen que se trata de un trabajo duro debido a las muchas horas que deben estar bajo el sol, pero que las ventajas de suempleo hacen que el trabajo compense. «Se liga mucho», dice Beatriz, a lo que añade: «Claro, es que conoces a muchas personas nuevas y tienes trato con mucha gente...». Pablo aporta su opinión sobre el tema y dice: «Yo creo que un vigilante de la playa está muy idolatrado. Es un trabajo que, visto lo visto en la tele, todo el mundo se piensa que estamos muy buenos y que todo es súper ideal».

Afirman que la responsabilidad que conlleva es enorme: «Puede que lo peor de nuestro trabajo sea que, como no tenemos convenio colectivo de socorrismo, el sueldo que se cobra es el mínimo. Es un trabajo que no está del todo valorado por este motivo».

Manuel, por otro lado, es hamaquero de un restaurante de ses Salines. Para este chico, lo peor, aparte del calor, es tener que aguantar a ciertos personajes que se acercan a alquilar una hamaca. «Hay gente muy pesada», asegura Manuel.

En sus muchas horas bajo el sol ha conocido mucha gente, y eso es precisamente lo que él considera lo mejor de ser hamaquero: «Sobre todo, conocer gente muy diferente, de diferentes culturas».

Entre esta gente, algún que otro famoso. «Arancha de Benito, Sergio García, muchos jugadores de fútbol...», dice Manuel, que añade: «Los famosos que vienen aquí es porque no quieren que los reconozcan, quieren pasar desapercibidos. Luego hay otros que sí quieren que les miren, pero esos van al otro restaurante».