Don Felipe y Doña Letizia han visitado el centro de Discapacitados Carlos Mir de Maó. | Tolo Mercadal

El príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, explicó ayer en Ciutadella que la Casa Real Española aceptó la herencia de Juan Ignacio Balada para evitar que «estos bienes pasasen a las arcas públicas del Estado de otro país».
En caso de no haber aceptado este legado testamentario, habría correspondido a Israel, por decisión del inversor y propietario.
Don Felipe y doña Letizia visitaron ayer, en Maó y Ciutadella, los centros que gestiona la Fundación para Personas Discapacitadas de Menorca, a la que entregaron 140.000 euros de lo bienes procedentes de Juan Ignacio Balada.
10, 6 millones de euros
En su testamento, Balada Llabrés, fallecido en Ciutadella en noviembre del 2009, ordenó que la mitad de la herencia -valorada en conjunto en 10,6 millones de euros- debe destinarse a una fundación de interés general, que debía ser gestionada por don Felipe y doña Leticia. El otro cincuenta por ciento corresponde a los príncipes de Asturias y a los ocho nietos del rey Juan Carlos.
Don Felipe explicó que ni él ni doña Letizia conocían a Juan Ignacio Balada, por lo que «fue toda una sorpresa cuando fuimos informados del contenido de su testamento, hace algo más de un año, por el que nos designaba coherederos de su patrimonio».
«En estos casos -prosiguió-, y ya teníamos algún precedente, lo habitual hubiera sido que renunciásemos a la herencia. Era lo más sencillo, lo menos complejo, la solución más fácil. Sin embargo, renunciar a la herencia hubiera supuesto, por decisión del propio señor Balada, que sus bienes pasasen a las arcas públicas del Estado de otro país». Admitió que a él y a doña Letizia les pareció «que esa no era la manera más directa o mejor de asegurar que los españoles se beneficiaran de su patrimonio». Por eso aceptaron la herencia y el encargo de constituir, con la mitad de sus bienes, una fundación destinada a fines de interés general.