El tradicional desfile de carros.

Alejandro, de ocho años, tiene en casa un loro que se llama Pepe, Platino el burrito y los perros Deli, Kimo, Pupi y Pelusa. Ayer en Sant Josep, en compañía de su abuelo Bartolomé y sus primos Carla y Héctor, observaba atento los movimientos de las ovejas ibicencas que estaban en exposición junto con conejos, cabras y gallinas de la Federación Pitiusa de Razas Autóctonas (FEPIRA). «Hemos venido toda la famila a disfrutar de la fiesta de Sant Isidre. Este año creo que hay menos cositas y no sé por qué», comentaba el abuelo Bartolmé mientras intentaba que sus nietos más pequeños, Héctor de dos años y Carla de tres, no arrancaran a correr.

Como cada año, la celebración de Sant Isidre, patrón de los labradores, en Sant Josep contó con mucha afluencia de público, alrededor de 40 puestos de artesanos y un desfile de 17 carros tradicionales.

Los carreteros de cala Llonga, Santa Eulària y Sant Josep, entre otros lugares, se encargaron de abrir la fiesta vespertina con un desfile que suscitó muchas sonrisas a su paso, sobre todo cuando el único burrito participante cogía impulso para seguir el paso a los caballos de mayor tamaño y algún que otro ladrido de los perros que veían junto a sus dueños el desfile desde los balcones de su casa.

Exposición

Tras dar dos vueltas por las principales calles de la ciudad, el público se dispersó y continuó paseando entre los puestos de alimentación ecológica, artículos hechos a mano como broches o diademas, y plantas, entre las que se podían encontrar menta, fresa, hierba luisa y hasta incluso estavia. «He comprado una tomatera, fresas y una morera», explicó María Teresa Marí, vecina de Sant Josep que siempre que puede se acerca a disfrutar de la fiesta con casi toda su familia: «Lo que más me gusta es la exposición de artesanía y productos ecológicos y por supuesto los caballos», precisó.

Con el paso de los años, la celebración del 15 de mayo se ha ido consolidando en la ciudadanía ibicenca. «Creo que es una fiesta que tiene muy buena aceptación porque el payés se siente identificado, que se celebra además en la época adecuada porque no hace ni mucho frío ni mucho calor y esto hace que cada año vengan más personas. Es un éxito de fiesta y prueba de ello es que he tardado 35 minutos en aparcar», explicó Joan Fluxà, que asiste cada año a la fiesta. Y es que una de las principales características fue las complicaciones que tuvieron para aparcar quienes se acercaron a la fiesta. «Deberían habilitar algún parking grande para despejar las principales calles del pueblo de coches», comentó Elvira, que se acercó desde Vila para disfrutar de la fiesta y que, según explicó, tardó algo más de media hora en aparcar su vehículo.

Casi entrada la noche, la fiesta continuó con una misa en honor a Sant Isidre, una demostración de baile payés a cargo de la colla josepina y la entrega de premios del concurso de plantas.