Una imagen donde se puede ver ya el faro de Botafoc en el islote cuando aún no se había construido el dique. Por aquel entonces tenían un servicio de lancha para el suministro de víveres

El faro de Botafoc y el de la Mola, junto al de Capdepera (Mallorca) están de celebración. Y es que el próximo miércoles, el 30 de noviembre se conmemorarán los 150 años desde su inauguración, según figura en la web de Autoritat Portuària de Baleras (APB) www.farsdebalears.com.
Siglo y medio de vida de unas instalaciones que pueden seguir contando historias porque, a día de hoy, aún continúan ejerciendo su función principal, orientar a los marineros de los peligros del mar.
Las obras del faro de Botafoc empezaron dos años antes de su inauguración, el 18 de octubre de 1859. Algunos autores, según se explica en la página web, opinan que antiguamente se encendían fuegos en la cima del islote para poder orientar a los navegantes y, de hecho, el nombre de Botafoc puede traducirse como ‘salta fuego', por lo que la interpretación no es nada descabellada.
Como caraceterística, desde Autoritat Portuària señalan que fue uno de los faros que, desde el primer momento, distribuía la casa de los torreros en dos plantas, debido al poco espacio disponible para la contrucción. Además, fue pionero en adaptar su sistema de alumbrado para la electrificación, cosa que orurío en juio de 1918 junto a otros de Balears, como el de la Creu, Cap Gros, Ciutadella, Maó y Portopí.
El faro de la Mola, por su parte, fue inaugurado el mismo día que el de Botafoc. No fue hasta 1928 cuando se instaló una óptica de rotación de doce paneles catadióptricos procedente del faro de Formentor, y que a día de hoy aún presta servicio con destellos aislados cada cinco segundos.
En 1944, el técnico encargado rescató al piloto de un avión alemán que había caído a unas dos millas del faro. Al día siguiente, fue llevado a la base de hidroaviones que existía en s'Estany Pudent. Por estos hechos, el gobierno alemán, durante la II Guerra Mundial entregó a este farero un diploma y mil pesetas como recompensa.