«De repente, cuando estaba todo tan tranquilo, se oyó un ruido y una vibración como si hubiéramos, no chocado, sino como que estuviéramos pasando por encima de algo y a continuación el barco se paró, los motores seguían funcionando, pero después se pararon y se fue la luz». Pepita Ramón era una de las pasajeras. Ayer rememoró el silencio sepulcral que se produjo en el barco. «Todo el mundo se quedó callado y de inmediato bajó un marinero diciendo ‘tranquilos, tranquilos, tranquilos', y cuando le preguntamos qué había pasado, dijo ‘no lo sé'», explicó Pepita entre risas. Al poco tiempo, el mismo marinero les comunicó: «Estamos encallados en s'Espalmador». Pero los pasajeros no tenían claro si estaban a salvo o si había riesgo de que el barco se hundiera porque no veían nada, sólo funcionaban las luces de emergencia. Poco después, el primer oficial informó a los 21 pasajeros de que se había avisado a Salvamento Marítimo y de que se había puesto en marcha el operativo de rescate.
Se produjo un estado de «mucha tensión entre los pasajeros». «No teníamos claro lo que estaba sucediendo y el mar, a oscuras, da miedo, no ves qué hay fuera», recordó. En poco tiempo se comenzó a equipar con los chalecos salvavidas a todos los pasajeros. «Los revisaron uno por uno, descartando si alguno no parecía estar perfecto, y nos iban diciendo que estuviéramos tranquilos, que ya venían los barcos de salvamento», dijo la pasajera. Poco después llegaron los medios de rescate y comenzó la operación. El accidente se produjo a las 19,55 horas y no fue hasta cerca de las 22 que, con todo el dispositivo preparado, se inició la evacuación de los pasajeros. Fue una evacuación compleja que se prolongó alrededor de una hora y que culminó poco después de las once y media de la noche en el puerto de la Savina. Todos los pasajeros calificaron que el trato de la tripulación de excelente. «Por suerte no hubo daños y sólo una mujer sufrió un golpe que por cuestiones de seguridad hizo que le pusieran un collarín cervical en previsión de posibles daños», señaló. «Los marineros tuvieron un comportamiento fantástico, se notaba que no estaban preparados para una cosa así, aunque si no te ha pasado nunca no sabes cómo vas a reaccionar», añadió. El proceso de evacuación fue largo y complicado: «El dispositivo tardó mucho en prepararse, nos sacaban por unas escaleras, de uno en uno, atados con un arnés y nos dejaban sobre las rocas; después, teníamos que ir andando hasta el agua donde, de cuatro en cuatro, embarcábamos en una zodiac pequeña, que fue cuando nos mojamos, y entonces nos llevaron a una lancha neumática más grande y de allí al barco de Salvamento Marítimo». Pepita Ramón hizo ayer broma de un viaje accidentado en el que para ir de Eivissa a Formentera había necesitado cuatro barcos y cuatro horas.