Aunque la densidad aumenta en zonas de Santa Eulària y Sant Llorenç, los avistamientos, espaciados en el tiempo, no permiten poner en marcha campañas.

A principios de la década pasada la noticia de que las Pitiüses habían dejado de ser unas islas sin culebras pasó de ser una novedad a convertirse en problema. Fue en ese momento, entre el año 2000 y 2003 cuando se comprobó que tres especies de ofidios se estaban asentado en las islas. Cada vez se producían más avistamientos de las llamadas culebras de herradura, escalera y bastarda y tanto desde la conselleria insular de medio ambiente como desde el Govern balear comprendieron que había que actuar cuanto antes.

El trabajo que realizan desde el Servicio de Protección de Especies del Govern balear, institución que realmente tiene las competencias en este asunto, busca limitar y controlar la llegada de estos reptiles, considerados invasores, y cuya presencia podría llegar a tener repercusiones sobre las especies de interés cinegético (aves y mamíferos) y las autóctonas de las Pitiüses, como por ejemplo la población de lagartijas.

El informe ‘Viabilidad de Control de Ofidios en Ibiza y Formentera’ plasma sobre el papel una serie de pautas a seguir para tratar de alcanzar este objetivo. La erradicación parece poco probable, así que los esfuerzos se concentrar en tratar de fragmentar la población de ofidios y en restringir su entrada. «Sólo han funcionado campañas con trampas de revisión diaria con animales vivos en lugares muy concretos donde había mucha densidad, como ocurrió en Calvià (Mallorca), sino el esfuerzo y la inversión no es proporcional al resultado», explica Joan Oliver, jefe de sección del Servicio de Protección de Especies. En Eivissa, recalca, sólo se han dado hasta ahora avistamientos puntuales, «es un goteo que sólo nos permite hacer un seguimiento». Cuando hay una llamada, el Centro de Recuperación de Fauna se pone en marcha si cree que hay posibilidad de capturar al ejemplar. En caso de lograrlo, lo muestrean, se toman datos sobre su estado y la dieta y, posteriormente, se eliminan.

En olivos

La llegada de ofidios a las islas está directamente ligada a la importación de olivos procedentes de Córdoba, Sevilla, Jaén o Valencia y la localización de estos animales se convierte casi en una misión imposible, ya que el traslado de estos árboles se produce en los meses más fríos para aprovechar la parada vegetativa del olivo, coincidiendo con el sueño invernal de las serpientes. «Llegan dormidas, dentro de las oquedades del tronco o entre la tierra de la raíz, lo que hace muy difícil que se detecten en el puerto», señala Jaume Estarellas, técnico de la conselleria insular de medio ambiente, desde cuyo departamento se había remitido una carta a Mallorca pidiendo ayuda. Estarellas también puntualiza que ninguna de estas especies es peligrosa para el hombre.

Muchos de esos olivos se trasladan a los viveros, por lo que el informe se contempla un manual de buenas prácticas para estas empresas. Actualmente la mayor densidad de ofidios se localiza en las zonas de Santa Eulària y Sant Llorenç y cuando más activos están es en primavera y verano. En los folletos explicativos editados desde la conselleria también se especifica que en caso de avistar uno de estos reptiles hay que llamar al 112 y que es preferible sacrificarlo empleando métodos poco cruentos antes de que dejarle escapar.