Como en toda fiesta grande no faltó el ‘ball pagès’, en esta ocasión a cargo de miembros de varias ‘colles’ del municipio.

A las doce y media de la mañana de ayer las grandes protagonistas de la festividad de Santa Agnès eran dos negras nubes que amenazaban con descargar una gran tormenta. Luego, una hora después, el protagonismo tornó hacia el frío y el viento que casi obliga a la santa a tener que salir en procesión con un abrigo.

«Ya nadie se acuerda, pero aquí en Corona los inviernos siempre han sido fríos», comentaba con una gran sonrisa Josep un hombre de la zona a una mujer más joven que tenía a su lado. Mientras, ésta le miraba con cara de no haber vivido estos tiempos mientras intentaba como podía calentarse las manos mientras esperaba que saliera la procesión.

Mientras tanto, una vez más, la marcha se hizo de rogar. En esta ocasión la misa no fue oficiada por el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura de visita en Valencia en una reunión de la Provincia Eclesiástica Valentina, sino por su secretario, José Martínez. A pesar de todo, la ceremonia volvió a prolongarse durante una hora.

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