Aldredo Naranjo ayer en la puerta de su apartamento.

Alfredo Naranjo lleva tres veranos sin dormir y precisa somníferos. «Me pongo tapones, pero me despiertan cada noche», dice. Su insomnio se debe a la piscina comunitaria, que comparten dos urbanizaciones en la calle Juan Sebastian Bach de Sant Antoni, una de ellas en la que reside Alfredo desde 2008, está abierta toda la noche y las continuas fiestas de jóvenes en el recinto, antes un hotel que se reconvirtió en apartamentos, han determinado que este hombre de 50 años haya decidido presentar una denuncia este fin de semana en el Juzgado de Instrucción de Eivissa.

En su denuncia se queja del jolgorio nocturno de la piscina. «Esto es realmente insoportable. El sábado, a las dos de la madrugada, había chavales de 14 años borrachos en el agua y no hay iluminación en la piscina. El domingo, a las ocho de la mañana, la policía sacó a 20 latinos. La Policía Local y la Guardia Civil vienen 60 veces en verano y esto es irritante», comenta Alfredo Naranjo, propietario de una vivienda de la urbanización Sol y Soñar.

Un cartel en la piscina recuerda que está abierta hasta las doce de la noche, «pero no tiene luz ni está acondicionada y no quiero hacerme cargo de esta irresponsabilidad; si pasa algo no hay ningún teléfono de contacto de la comunidad».