La reforma contempla la ampliación de la calzada con 3,5 metros para cada carril y 1,5 metros de arcén. | Sergio G. Canizares

Entre la incredulidad y la satisfacción han recibido los vecinos de Labritja la noticia del inicio de las obras de la carretera de Sant Joan, que están previstas para la segunda quincena de septiembre. El anuncio realizado por el Consell de Eivissa no convence a todos, ya que han escuchado en reiteradas ocasiones que la iban a arreglar y, de momento, la promesa no se ha cumplido. «Hasta que no lo vea no me lo creo», dijo Tomás Guillén del bar Vista Alegre, y eso que asegura que cuenta con la promesa del alcalde, Antoni Marí Carraca, de que la reforma empezará después del verano.
Son muchos años de espera y la puesta en marcha del proyecto de ampliación y acondicionamiento de esta vía se ha convertido en una reivindicación histórica del municipio debido a la «peligrosidad» de la vía, que cuenta con un gran historial de accidentes, algunos de ellos mortales. Es por ello que su reforma la ven «muy necesaria» y «muy urgente». Entre las deficiencias de la vía destacan la falta de arcenes –que ponen en peligro a viandantes y ciclistas–, la estrechez de la calzada, el mal asfaltado y los agujeros que hay en la vía, que provocan que la gente «pierda el control» y «se salga de la vía». Unas deficiencias que hacen que los vecinos hablen de esta carretera como «tercermundista» o «vergonzosa». «Si los coches lo pasan mal, imagina los autocares que desplazan a los clientes a las zonas turísticas», apuntó Joan Torres, que a diferencia de otros vecinos ve el retraso como «comprensible».