El curso se realizó en cinco meses (de marzo a julio) y han asistido un día de cada mes para ver la evolución real de nuevas técnicas biológicas que reducen los tratamientos fitosanitarios contra las plagas.
Económicamente es mucho más rentable porque los productos químicos son carísimos «pero necesitas profesionales que vengan, te expliquen y te enseñen in situ», manifestó Toni Ferrer, propietario de la finca utilizada como piloto para este curso. Ferrer cree que es la única forma de que los agricultores «lo aprendan y lo apliquen».
Por su parte, Borja Camí, ingeniero agrónomo, explicó que una de las técnicas es plantar bandas florales «que actúan como reserva de insectos depredadores de la plaga y evitamos así el uso de productos fitosanitarios», añadió Camí.
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