Ya no puedo hablar, doblo la cabeza. El rostro del Autodidacto está pegado al mío. Sonríe con aire fatuo, muy cerca de mi cara, como en las pesadillas. Mastico penosamente un trozo de pan que no me decido a tragar. Los hombres. Hay que amar a los hombres. Los hombres son admirables. Tengo ganas de vomitar, y de pronto ahí está: la Náusea».

Que nadie se asuste ni cunda el pánico. No me he vuelto loco ni se me han traspapelado las hojas sobre las que voy anotando mis impresiones. Simplemente es Jean Paul Sartre. Rarito él donde los haya pero muy juicioso si se le presta atención dentro de su propio estado mental. Un alma adelantada a su tiempo. Tampoco es para tanto si no se comprende su obra a la primera pues a ver cuántas veces escuchamos a un político decir algo que no se entiende por asomo ni a la quinta.

Mi conclusión es porqué los seres humanos nos complicamos tanto tantas veces pudiendo vivir la vida tranquilamente sin más. «Mis padres, mis abuelos, mis hermanos, mis hijos, mi casa, tu casa, mi lugar... mío, tuyo...» Qué gran explosión de pronombres personales a los que si luego se les añade un sustantivo: «Mi casa, mi lugar, mi familia, mi país», acaba convirtiéndose todo en un mitin desde el que cualquier avispado puede sacar réditos electorales en su propio beneficio. Y digo en su propio beneficio porque ya sabemos que la suma de los intereses individuales acaban convirtiéndose en leyes con la excusa de que sirven para la defensa de un grupo colectivo. En derecho ya se sabe que la costumbre se hace Ley. La duda está en saber a qué grupo pertenecer en qué momento y en qué lugar - y aquí la enciclopedia no nos puede echar una mano - . Pero pueden preguntarle a los de "Podemos" que seguro que tienen alguna solución a mano.

Pues bien. Aquí quería llegar yo después de tanto pensar y pensar y total para qué si al final voy a tirar por el camino de en medio que si no es el mejor es el más cómodo. Espero que no me hagan caso y piensen por sí mismos.

Se me están ocurriendo todos aquellos problemas de difícil solución en los que uno se levanta cada día con la esperanza de que alguien haya hecho algo y sin embargo todo sigue igual. Me pregunto si se solucionaran algún día los problemas del transporte público en la isla y si tendremos una estación decente y en condiciones. Me pregunto si los planes de desarrollo para nuestras islas se harán a largo plazo y no de un año para otro y si además estos se consensuarán con las demás fuerzas para que no sean modificados al año siguiente electoral. Me pregunto si existirá un desarrollo sostenible que permita que nuestros hijos y los hijos de estos hablen bien de nosotros el día de mañana o pongan boca abajo nuestro retrato. Me pregunto si se paralizarán proyectos de prospecciones petrolíferas que acabaran - no hace falta ser adivino- en la extracción de crudos que arruinaran nuestro modo de vida. Me pregunto si las instituciones reducirán en gran medida los gastos derivados de su gestión unificando servicios, mancomunando estos y ahorrando dinero a los ciudadanos que al final acaban pagando los desmanes de algunos que se consideran autorizados por las urnas para hacer y deshacer a su antojo y libre albedrio. Me pregunto... bueno... mejor me lo dejo de preguntar porque a mí también me está entrando la náusea y no tengo en absoluto ganas de parodiar a Sartre en lo que a vómitos se refiere y sin embargo sí en lo que a libertad de pensamiento me queda. Así que ahí va eso. Piensen también ustedes. Todavía es gratis. O al menos así lo dice nuestra constitución - cuyo texto por cierto no es gratuito- .