El celador Alexandre Doury Charbonneau.

A Doury, de padres franceses afincados en Ibiza, le gustaba la bicicleta. «Tuve la suerte de que me ayudaron mis padres. Estuve tres años en Francia y después otros tres en Bélgica, no funcionó y me volví», explica. Sigue vinculado al deporte y lleva tres años como presidente del Club de Rugby de Ibiza. Desde 1999 es celador del Área de Salud, este año en el área de Quirófanos del hospital Can Misses pero antes pasó por diferentes servicios, entre ellos el almacén.

¿Por qué decidió ser celador?
—No trabajaba, tenía amigos del ciclismo que estaban en el Hospital Can Misses y me dijeron que fuera a ver a su jefa. Empecé en Urgencias y recuerdo a una enfermera, Laura, que me trató muy bien, nos orientaba a los que llegábamos que no sabíamos qué hacer y nos ayudó mucho.

Entonces entró trabajar en el Área de Salud de manera casual, a través de un amigo. ¿Qué ha descubierto en el mundo de la sanidad?
—Me gusta cuando estoy en Quirófano. Si estás dentro puedes ver lo que hacen los cirujanos o los traumatólogos u otros facultativos.

Preside el Club de Rugby en Ibiza pero lo suyo era la bici.
—Cuando era adolescente jugaba al rugby e hice ciclismo. Lo que pasa es que con la bici tienes que dedicar más tiempo, unas tres o cuatro horas diarias como mínimo, pero no tengo tanto tiempo porque tengo una hija de cuatro años con un problema neurológico.

¿Cuál ha sido su mejor experiencia en el mundo de la sanidad?
—Tener un trabajo y aprobar las oposiciones, eso te quita un peso de encima. Nos presentamos 300 y aprobamos solo diez de Ibiza.

¿Su peor experiencia?
—Tengo una hija con un problema neurológico y al día siguiente de nacer nos fuimos corriendo a un hospital de Palma donde estuvo ingresada un mes y medio. Hemos estado luchando tres años y medio para que pudiera ir a Barcelona, a San Juan de Dios. Pudimos ir finalmente en mayo, pero hemos tenido muchas trabas. En San Juan de Dios saben que mi hija está muy mal pero quieren que tenga una buena calidad de vida. En Can Misses hay muchos servicios que están muy bien en los que ha venido gente nueva y evita que se hagan desplazamientos. El problema está en los contratos que les hacen y la vivienda.

Es bastante crítico con el sistema sanitario.
—El hospital está nuevo. Hay jóvenes que vienen con muchas ganas de hacer cosas y les cuesta recibir la ayuda del hospital para trabajar y hacer las cosas bien.

¿En qué servicio de Can Misses en los que ha trabajado se ha encontrado mejor?
—Me gustan Quirófano y Urgencias. A veces recibes la bronca de un paciente en Urgencias porque lleva tres horas esperando.

¿Alguna vez se ha planteado dedicarse al mundo sanitario, como auxiliar o enfermero?
—No tengo tiempo. Hay chicos jóvenes celadores que estudian Enfermería. Hay dos enfermeras que eran auxiliares.

¿Qué tal lleva presidir el Club de Rugby?
—Te peleas con Palma por el dinero. Nunca he llevado la presidencia de un club, ni temas de papeles. Recuerdo que una vez le dije a un padre de un compañero mío de rugby que tuvo un problema de salud, un derrame y le operaron de urgencias, que la vida es como un partido de rugby, que te pegan palos por todas partes, pero te tienes que levantar y hay que seguir.

Su experiencia con su hija está siendo dura y pese a momentos negativos que han vivido también han tenido otros en los que ha habido compañeros que les han ayudado.
—Sí, hay mucha gente que nos ha ayudado, como la pediatra que trabaja con mi mujer en Vila o un amigo de Francia que su yerno es un cirujano de trasplantes. Los compañeros de mi mujer en el centro de salud de Vila hicieron un bote para comprar el carro especial que necesita mi hija que cuesta tres mil euros. Mi propia jefa, Rosa, siempre me ha ayudado en lo que ha podido cuando por la enfermedad de mi hija me he tenido que ir fuera.