Foto de todos los descendientes de Francisco Pascual, impulsor de la tienda hace 100 años. | T. Planells

En torno a las 13.30 horas no cabía un alfiler en el Centro Cultural de Jesús. Personas de todas las edades y condiciones, incluyendo al presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, la alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer, y los miembros de Sa Colla de l’Horta poblaban el hall y se hacían hueco para probar las bebidas y viandas que se ofrecían. Nadie quiso perderse la fiesta organizada para celebrar los cien años de vida de Can Pascual.
Un comercio que según explicó ayer Lina, una vecina de Ibiza de 74 años, «es mucho más que una simple tienda». Era, según sus palabras, «un punto de encuentro para todos aquellos que se acercaban para una cosa u otra al pueblo de Jesús» y, como aseguraba Toni, de 64 años, es «el claro ejemplo de un comercio que ha funcionado siempre bien y ha sabido reinventarse con el paso de los años hasta convertirse en un referente, no sólo de Jesús, sino de la isla de Ibiza».

Uno de los más felices de la fiesta era Francisco Pascual, el hijo mayor del impulsor del comercio hace un siglo, Francesc Pascual Cardona. «Siempre hemos sido una tienda pequeña en la que podías encontrar de todo, desde unas alpargatas a una olla, pasando por un kilo de garbanzos, arroz, harina, almendras, algarrobas, jabón o petróleo y eso a pesar de que lo teníamos que traer en bicicleta porque no teníamos coche», recordó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera mientras no paraba de saludar a todo el mundo.
Incluso, la importancia de Can Pascual fue tan grande durante tantos años que guardaban las llaves del cementerio y de la iglesia «para abrirla cuando venían marineros o visitantes de toda la isla andando o en carro para rendir pleitesía a la Mare de Déu de Jesús», muchos catrets o asientos «que las señoras usaban para seguir la misa» o pares de espardenyes de bonito «que las mujeres se cambiaban por las del día a día para entrar al templo». Y por si eso fuera poco, tal y como se podía leer ayer en un panel informativo del Centro Cultural de Jesús, «además de vender comestibles y otro tipo de productos Can Pascual disponía de uno de los primeros teléfonos del pueblo y era uno de los puntos de recepción del correo de los vecinos». Algo que lo convirtió en «un punto de encuentro esencial en el día a día de Jesús».

Mirando al futuro
Con respecto al futuro Francisco Pascual prefiere ser prudente. Es consciente de la gran cantidad de tiendas pequeñas que han ido cerrando ante el empuje de las grandes superficies con sus marcas blancas más baratas pero está convencido «que la apuesta por la calidad y los productos de la tierra tienen recompensa en forma de clientes fieles que buscan algo más que no te dan las grandes marcas».