Pensé escribir sobre el último agravio del Govern con Ibiza (salimos a uno por semana) sobre la indecente negativa a financiar el Centre Bit que la isla merece. También sobre los datos ofrecidos por el conseller balear de Medio Ambiente, Miquel Mir, en relación al lamentable estado de las depuradoras de la isla. Sin duda, estaría más que justificado que lo hiciera sobre la falta de titulación de una docena de médicos que prestan servicio en la sanidad pública de las Pitiusas, según descubrió esta semana en el Parlament la consellera balear de Salud, Patricia Gómez.

Los tres temas merecen una enérgica censura al Govern de Francina Armengol y son la enésima demostración del abandono al que ha sometido y somete el Ejecutivo autonómico a estas islas. En otras circunstancias, los tres temas coparían la agenda política.

Pero la actualidad no está para menudeces. Cuando el país se está infectando, poco importa que no haya un Centre Bit, que las depuradoras contaminen o que haya médicos sin titulación oficial para la especialidad en la que trabajan.

Nuestra pirámide de Maslow ha cambiado en las últimas horas. Se ha colado en el primer escalón, junto a otras necesidades fisiológicas, no infectarnos.

Uno de los siete hábitos de la gente altamente efectiva incluidos en el libro de autoayuda Los siete hábitos de la gente altamente efectiva publicado en 1989 por Stephen Covey y del que, según la wikipedia, se han vendido más de 25 millones de copias en 52 idiomas.

Confieso que mi primera aproximación al texto fue fallida. Me pareció un tostón enrevesado escrito por otro yankee iluminado. No obstante, la insistente recomendación de profesionales a los que respeto me hizo volver a él y, a la segunda, hacer cumbre. Desde entonces, me permito aconsejarlo a todo aquel que me quiera escuchar.

El tercer hábito es: establezca primero lo primero. En este capítulo, el autor nos proporciona un método para que seamos capaces de discernir entre lo importante de lo urgente para que nos centremos en lo primero y dejemos de lado lo segundo.

También nos descubre la pólvora. Dice que cuando un asunto es importante y urgente al mismo tiempo, estamos ante una crisis y como tal hemos de actuar.

Mientras escribo estas líneas, Pedro Sánchez preside uno de los Consejos de Ministros más trascendentes de los últimos años, histórico seguro, aún no sabemos cuánto. Faltan miembros infectados por coronavirus y un vicepresidente asiste a pesar de estar bajo vigilancia, quizá de bajo riesgo porque con el tamaño del casoplón de Galapagar puede vivir cómodamente sin toparse con Irene Montero por el pasillo durante semanas.

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No ha pasado ni una semana desde que este mismo Gobierno tomara la decisión de alentar la movilización del feminismo del 8M.

Entre permitir el aquelarre feminista y decretar en diferido el estado de alarma y confinar, también en diferido, a todos los españoles en sus domicilios a partir de mañana no han pasado ni siete días.

Este salto al vacío demuestra que entre los 52 millones de humanos que han comprado uno de los manuales de autoayuda más importantes de esta disciplina no estaba el presidente del Gobierno, el del plagio en su tesis. O si lo compró, no lo leyó, o si lo leyó, no lo entendió.

Tenía por delante un asunto importante y urgente. Conocía la experiencia de China y de Italia. Es de suponer que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que no fue capaz de interceptar las urnas el 1-O de 2018 había facilitado algún tipo de información sobre la evolución del coronavirus y los riesgos del mismo y que el Ministerio de Sanidad cobra sentido, a pesar de haber sido transferida la competencia, porque está a la altura cuando se le requiere, como en este caso.

Pero nuestro Gobierno, el gobierno del presidente que no iba a dormir por tener en él al vicepresidente ahora en cuarentena, ha actuado tarde, de forma deslabazada, descoordinada, dejando que las comunidades actuaran por su cuenta y permitiendo la propagación que ha desatado esta locura colectiva, del papel higiénico y las colas en Mercadona.

No hubo problema para confinar a los jarreros sin salir a tomar vinos en Haro pero se ha permitido que los madrileños campen a sus anchas, a pesar de ser el principal foco, y puedan entrar en Ibiza y, de ahí, a Formentera sin problema ninguno. ¿Cómo se explica?

El objetivo tenía que haber sido evitar la propagación y garantizar la funcionalidad del sistema sanitario para tratar a los infectados graves al mismo tiempo que se preserva salud de nuestra primera línea sanitaria.

Es obvio que no se ha logrado y que se han tomado decisiones que, en caso de haber sido adoptadas antes, aun a riesgo de ser tachado de catastrofista, habrían evitado parte de los problemas con los que irremediablemente tendremos que convivir, como mínimo, las próximas semanas. Veremos si también algunos meses.

Y aquí seguimos con las puertas abiertas de par en par. Y con ellas, dejando entrar sin control alguno al virus, cuando habría sido bien fácil ponérselo, cuando menos, algo más difícil.