Un grupo de pasajeros embarcan en el ferry rumbo a Formentera. | DANIEL ESPINOSA

El restablecimiento de la movilidad es uno de los aspectos más sensibles del procedimiento de desescalada. Así lo recoge el ‘Plan de Transición a la Nueva Normalidad’, como ha bautizado el gobierno al documento que recoge los protocolos para la retirada paulatina de restricciones en cuatro fases.

El uso de mascarillas es obligatorio en cualquier medio de transporte colectivo de viajeros y el personal de atención al público debe, además, tener acceso a soluciones hidroalcohólicas. En las estaciones de transporte deben establecerse procedimientos que permitan el movimiento «ordenado» al paso por las instalaciones.

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En cuanto al transporte marítimo, el anexo II del plan recoge que en la fase uno se mantienen las restricciones de movilidad establecidas por el estado de alarma. La ocupación en butacas se fija en un 50% o la separación de butacas de más de dos metros.

La ocupación en camarotes estaría permitida en su totalidad, siempre que las personas que los ocupen residan en el mismo domicilio. En la distribución de plazas deberá ponerse especial atención a la habilitación de espacios para personas con discapacidad. Respecto a los desplazamientos en autobús, la recuperación del servicio y frecuencia será escalonado, aunque el plan del Gobierno determina que en fase uno ya podrá haber una oferta del servicio de entre el 80-100%.

Siempre deberá ir libre la fila de asientos que está detrás del conductor. En los taxis también es obligatorio el uso de mascarillas. En cuanto a los vehículos particulares, se permite que haya dos personas por fila de asientos. La mascarilla solo será obligatoria si en el vehículo viaja una persona que no convive en la misma vivienda. Respecto a las medidas en materia de transporte aéreo están sujetas a un futuro acuerdo europeo o internacional para coordinar las acciones en origen y destino.