Una mujer en la caravana de protesta contra el Gobierno convocada por Vox. | Marcelo Sastre

Ala máxima de «mentiras, malditas mentiras y estadísticas» de Mark Twain podríamos añadirle y encuestas.

Los sondeos, máxime si están hechos fuera de los periodos electorales, sirven para dibujar tendencias de trazo grueso y llenar páginas de periódicos. No son infalibles, aunque tengan el sello de uno de los grandes expertos del compartamiento electoral de los baleares como Gonzalo Adán, pero son el único instrumento con el que dibujar el estado de la opinión pública de un determinado momento.

Los datos que publicamos hoy reflejan la intención de voto al Parlament, donde la circunscripción de Ibiza elige a 12 diputados y la de Formentera, a uno. La urna al Consell d’Eivissa determina, sin embargo, 13 consellers.

Es un riesgo extrapolar los datos de la urna del Parlament para configurar el Consell. No tanto por la diferencia de escaños, sino porque el comportamiento de una parte informada de los electores es diferente y se amolda a cada elección. La proliferación de ofertas electorales acentúa la discriminación del voto, dentro de un mismo bloque ideológico, ya que el trasvase entre derecha e izquierda suele ser pequeño.

En las pasadas elecciones, Més per Menorca obtuvo tres consellers al Consell de Menorca y dos diputados al Parlament, y Unidas Podemos, un conseller y dos diputados.

Nunca había sucedido hasta entonces en Baleares que el diferente resultado de un mismo partido, en unas mismas elecciones, celebradas el mismo día, en el mismo entorno y clima electoral fuera tan grande como para bailar actas. Y puede volver a suceder.

En Ibiza, no llegó a tanto, pero poco le faltó. El PP de Vicent Marí obtuvo un 39,43 % de los votos al Consell y seis consellers de 13.

La lista encabezada por Antoni Costa, cuando el PP de Ibiza quería, con razón, que fuera el propio Marí el doble cabeza de lista, obtuvo siete puntos menos (32,5%): cinco diputados de 12.

¿Dónde fueron esos votos? Se repartieron entre Ciudadanos (dos puntos más al Parlament que al Consell); Proposta per Eivissa (2,5 puntos más al Parlament que al Consell); Vox (0,75 puntos más al Parlament que al Consell); y el PSOE. Sí ha leído bien, al PSOE. Y es que la suma de PSOE y UP al Consell se deja dos puntos respecto a la suma de ambos al Parlament, electores que prefirieron al PP en la Avenida España.

La desafortunada e inexplicable injerencia mallorquina en la confección de las listas de Ibiza al Parlament, diseñada por Gabriel Company y ejecutada por Antoni Fuster, generó tal malestar que propició ese trasvase de votos del PP a otras formaciones del centro-derecha, lo que explica un decalaje de cinco puntos que le dibujó cara de tonto al presidente del PP de Baleares. Vicent Torres hizo el resto.

Motín. A pesar de que no hubo pitada en el mitin de Pablo Casado y de que la idea de constituir una agrupación de electores no pasó de anécdota, con lo que la crisis no pasó a mayores, Company quedó retratado el domingo 26 de mayo.

No obtuvo ningún beneficio y encima se ha tenido que comer a Vicent Marí en el Parlament como número cinco, acta que no esperaban obtener en el PP de Baleares. Tanto que se ha incumplido el acuerdo, alcanzado in extremis porque Casado venía a Baleares a hacer campaña para las nacionales de abril, y Marí no ha dimitido como diputado tras alcanzar la presidencia del Consell d’Eivissa.

Company se comió sus palabras, pasó página y nunca se atrevió a pedírselo a Vicent Marí.
Aprendida la lección, Company ha entendido que en el PP de Ibiza manda el tándem Vicent Marí y José Vicente Marí Bossó. No da un paso sin consultarles.

Con estos antecedentes, proyectar los resultados de la encuesta al Parlament al Consell d’Eivissa tiene más riesgos de los que ya tiene una encuesta, que ya es decir.

Sin oposición en el Consell. En cualquier caso, sí permite concluir que el PP se afianza. Vicent Marí está gobernando plácidamente y la oposición no le incomoda.

Mantiene una actitud reivindicativa con el Govern, sin llegar al enfrentamiento. Ha logrado pactar con la oposición asuntos importantes, ha puesto orden (pagos atrasados, follón en servicios sociales) y ha impulsado líneas de trabajo que suscitan amplios consensos, como la lucha contra las vallas ilegales, los pisos turísticos y los taxis piratas.

A pesar del irrelevante papel que tiene el Grupo Socialista en el Consell y de la nefasta gestión de la pandemia por parte de Pedro Sánchez, el PSOE sube al rebufo de Francina Armengol.

Lo hace a costa de Podemos, formación a la que le quitaría un conseller en la extrapolación de los datos del Parlament al Consell d’Eivissa, trasvase que no alteraría, no obstante, la composición de los bloques y la posibilidad de formar un gobierno de izquierdas.

Gobierno con Vox. Vox irrumpe en la escena local y puede convertirse en un partido clave para formar gobierno a partir de 2023, si el PP no logra la mayoría absoluta.

Va ligeramente por delante de Ciudadanos, partido que se deja casi tres puntos respecto al año pasado y cuyo escaño caería del lado de la formación liderada por Santiago Abascal.

Este avance ya se vio en las elecciones de noviembre cuando Patricia de las Heras entró en el Congreso de los Diputados. Y quedó refrendada con el éxito de la movilización rodada contra el Gobierno.

La cúpula del partido populista de derechas ha intuido que ya no puede captar más votantes al PP y ahora su estrategia es arrebatárselos a Podemos, como hizo el Frente Nacional en Francia.

Aunque los líderes locales tratan de evitarlas, las olas nacionales lo empapan todo.
En Ibiza, Ciudadanos no ha tenido ningún problema en el gobierno del Consell, tiene visibilidad y ha logrado poner en marcha dos estaciones de ITV móvil en un año, confinamiento incluido, algo que no logró el anterior gobierno en cuatro. No ha dado ningún motivo a aquellos que le votaron en mayo para irse al PP y a Vox. Pero son víctimas de Inés Arrimadas, Pablo Casado y Santiago Abascal.

Aunque no le guste, Javier Torres se acostará hoy sabiendo que una parte de sus votantes vuelve al PP y otra se va a Vox, con lo que su acta de conseller peligra.

Otro rídiculo del Govern. Francina Armengol mantiene su imagen y, salvo contratiempo, vislumbra un tercer mandato. Pesan más los aciertos durante la gestión de la pandemia, como el a la postre efímero plan piloto de una semana, que los errores. Mantiene un idilio con los empresarios y la oposición ni se enfrenta ni ofrece alternativa. Gobierna cómoda y solo Vicent Marí la incomoda.

Esta semana ha dado muestras de tener reflejos reaccionando de forma rápida al ridículo destapado esta semana por Periódico de Ibiza y Formentera.

El miércoles se desayunó con una noticia de portada que no le gustó: El Govern mezclará en el mismo hotel turistas sanos con contagiados.

De forma incomprensible, Turismo había contratado dos apartamentos dentro de un complejo abierto al público, y no dos complejos de apartamentos como anunció ella misma el domingo, a los que poder trasladar a los turistas contagiados leves.

El despropósito era de tal proporciones que asusta pensar que un conseller que es capaz de cometer tamaño dislate sea el más valorado, Iago Negueruela.

Armengol frenó en seco la polémica. Tenía una jornada de propaganda por delante en Ibiza y Formentera y no quería que sus reuniones con los presidentes, los alcaldes y con el Área de Salud quedaran eclipsadas por el absurdo plan de juntar turistas sanos con contagiados leves.

A las 10.30, cuando se sentó delante de los medios, Turismo ya había resuelto el bochorno. Los dos apartamentos contratados en un complejo abierto al público se habían convertido en un establecimiento de Playasol en Platja d’en Bossa reservado en exclusiva.
No le dio tiempo a la oposición a abrir la boca, aunque quizá tampoco lo habría hecho.