En junio del año pasado las calles de Platja d’en Bossa estarían repletas. Ayer apenas se veía gente y unos pocos coches circulaban por el lugar. | DANIEL ESPINOSA

Platja d’en Bossa es una de las zonas más turísticas y famosas de todo Baleares a nivel internacional. Durante buena parte del año, fuera de temporada, se queda desierta y todos los años cuando llega abril empieza a coger calor para ser frecuentada durante junio, julio y agosto por miles de turistas, en su mayor parte británicos. Sin embargo, este año, con la llegada del coronavirus a nuestras vidas todo ha cambiado radicalmente y ayer, día 24 de junio, su aspecto era desolador.

Apenas están abiertos cinco restaurantes de la zona, una pastelería, una farmacia y una heladería y están cerrados algunos de los lugares, discotecas y beach clubs más emblemáticos de la zona incluyendo los establecimientos de grandes franquicias de comida rápida.

Foto: Daniel Espinosa.

Los que se atreven a estar abiertos son verdaderos supervivientes que esperan con muchas ganas la llegada de los primeros turistas a nuestra isla y que no haya nuevos rebrotes de coronavirus importantes que obliguen de nuevo a cerrar nuestras fronteras. «Llevamos 25 años trabajando en este barrio y nunca habíamos visto nada igual y es que el mes que llevamos abiertos está siendo realmente ruinoso», lamentó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera María Martínez, propietaria de la conocida pastelería Sa Palmera.

Descenso en la contratación
En su caso, como en otros muchos, la falta de turistas ha hecho que hayan tenido que prescindir de personal. «Solemos tener abierto desde primeros de junio hasta el mes de octubre y al tener mucho éxito entre turistas y vecinos de la zona normalmente tenemos unas cinco personas contratadas pero ahora, mientras vemos como mejora la cosa, estamos trabajando mi hija y yo atendiendo y mi marido y mi hijo en el horno haciendo los pasteles, la bollería y las tartas».

El descenso de empleados es aún mucho más brutal en otro de los lugares más frecuentados por turistas de Platja d’en Bossa, el restaurante Steak ‘n Shake. En su caso, han pasado de tener 25 empleados en junio y julio del año pasado a únicamente dos. «Apenas pasan por aquí unas 30 personas cada día y eso para nosotros, con el volumen de gente con el que estamos acostumbrados a trabajar es poquísimo y apenas nos da para cubrir costes», explicó a este periódico su encargada, Jennifer.

Foto: Daniel Espinosa.

Esta italiana de Venecia que lleva muchos años en la isla asegura que nunca pensó que se podría ver algo parecido en un lugar como Ibiza. «Nuestros clientes son fundamentalmente italianos e ingleses porque a los ibicencos que viven todo el año les cuesta acercarse en el día a día a un lugar que consideran que está cerrado para ellos y eso ahora es un problema para muchos de nuestros negocios».

A pesar de ello, Jennifer no pierde la sonrisa y la esperanza. «Tenemos que seguir trabajando para convertir este grave problema en una oportunidad y por eso nosotros hemos apostado por reciclarnos y acercarnos más a los residentes todo el año y por potenciar la economía de la isla comprando para nuestros platos productos de proveedores y productores locales».

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Otro restaurante que, de momento, no se atreve a contratar muchos empleados hasta ver como evoluciona todo es el Pago Pago Beach Bar. Acostumbrado a estar siempre repleto por estas fechas debido a su buena comida, su precio económico y su localización, junto al mar y con piscina, durante estos días apenas cuenta con los dedos de las manos los clientes que se sientan en sus mesas. «Los fines de semana aún tenemos algo más de gente pero entre semana está siendo realmente flojo a pesar de que estamos llevando a cabo campañas para atraer al público local como menús a 18 euros con bebida aparte o vermutadas desde media mañana hasta las 14.00 horas», explicó Aida, la encargada de este conocido restaurante.

Foto: Daniel Espinosa.

Su público también es, en su mayoría de nacionalidad británica, y eso está provocando que de momento el día a día esté siendo muy complicado. «La gente que reside en Ibiza no se acaba de acercar hasta esta zona y por eso ahora toda nuestra esperanza está puesta en que vuelva el turismo, aunque sea poco a poco, al menos para poder salvar la temporada de la mejor manera posible».

Salvar la temporada y por lo menos cubrir gastos es el objetivo del propietario de la cafetería pizzería Jet 1. En su caso, aunque nunca han dejado de hacer menús a mediodía, ahora lo ofrecen a 11 euros con pan, ali oli, café y postre incluido «para poder mantenernos con los pocos trabajadores de la zona y alguna familia que quiera dar un paseo y decida pararse a comer a pesar de los apuros económicos que muchos sufren».

Pendientes de los ERTEs

Por su parte, José Ramón Noguera, presidente de la Asociación de Empresarios Platja d’en Bossa, aseguró ayer a Periódico de Ibiza y Formentera que muchos de los establecimientos que forman parte de esta asociación creada en 2010 están pendientes de ver que decisión toma el Gobierno con los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo. «La situación actual es muy incierta y por eso muchos propietarios están esperando hasta el último minuto para saber que va a hacer el Gobierno con los ERTEs por si al final les compensa abrir e intentar recuperar algo de sus pérdidas o por el contrario se dan por vencidos y deciden permanecer cerrados».

Foto: Daniel Espinosa.

Noguera también confirmó que está haciendo mucho daño el retraso en las aperturas de algunos grandes hoteles de la zona. «La oferta complementaria de un lugar tan turístico como Platja d’en Bossa se nutre fundamentalmente de turistas extranjeros y si esos no llegan y no tienen un lugar donde alojarse muchos pequeños negocios se ven seriamente afectados hasta el punto de no poder abrir porque no les compensa económicamente hablando».

Por último, el presidente de la Asociación de Empresarios Plaja d’en Bossa espera que no pase factura a muchos establecimientos la crisis económica que viven muchos ciudadanos de la isla. «Los residentes solían venir a comer a algunos de los lugares de playa y eso, aunque se sigue haciendo los fines de semana poco a poco, al final entre semana la gente se lo piensa más porque hay que ahorrar pensando en el futuro».