Ayer, por primera vez en mucho tiempo, la explanada de Puig des Molins, se encontraba desierta el día de Sant Ciriac.

Tal y como reza la tradición ibicenca, ayer era el día en el que las familias acudían a es Puig des Molins para celebrar el día de su patrón, Sant Ciriac.

Sin embargo, la zona en la que, en esta misma fecha el año pasado se estaba celebrando la tradicional berendada, se encontraba ayer por la tarde totalmente desierta.

Y es que este año, la situación extraordinaria del COVID-19 ha obligado al Ayuntamiento d’Eivissa a cancelar cualquier celebración que pueda implicar la posibilidad de que haya aglomeraciones.

Tras las murallas de Dalt Vila, este año no sonaban los instrumentos de la banda de pasacalles desde Vara de Rey, que a su vez iban seguidos de cientos de personas que venían para compartir comida y un rato agradable.

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Y es que la idea principal de este día, además de conmemorar la entrada de las tropas catalanas en la isla, era el de ‘hacer piña’, juntarse con amigos y vecinos y hacer más llevadera una calurosa tarde de agosto con viandas caseras que traían en sus senallons.

Muchos son los adultos en la isla que se han criado con un plan fijo la tarde-noche del 8 de agosto. Y muchos de ellos, que heredaron esta tradición de sus abuelos, lo han querido inculcar a sus hijos para que no se pierda ese ideario ibicenco tan tradicional.

Pero este año, no había gente cogiendo sitio desde las 18.00 horas. Los niños no podían disfrutar de jugar a azotar piñatas ni de hacer figuras en las sandías ni colas para coger un trozo de melón fresquito.

El panorama, por desgracia, era desierto. Los ibicencos se vieron obligados a fallar a su cita anual demostrando que, a pesar de que haya tradiciones que no cambian, sí que tendrán que esperar, al menos, hasta el agosto que viene.