En Cala Vedella, uno de los epicentros del terrorismo inmobiliario más sonrojante perpetrado durante décadas en el municipio de Sant Josep, se encuentran los terrenos que rodean Port d’es Nebot. Un enclave sobre el que el Ayuntamiento de Sant Josep ha firmado un convenio urbanístico con la empresa Bastiodón S.L. para la construcción de 12 viviendas de lujo y que los responsables municipales califican de «interés público innegable». Esta calificación es justificada por el Consistorio por la «sustancial reducción de la edificabilidad de la zona» y por la cesión de terrenos destinados a aparcamiento y a «espacio libre público».

Periódico de Ibiza y Formentera ha visitado la zona. Allí, una gran explanada de unos 12.000 metros cuadrados se encuentra cercada por vallas metálicas en todo su perímetro terrestre. En uno de los puntos del perímetro, en la calle del Capell, se está construyendo un murete con bloques de cemento. De esta manera queda privado el acceso a la costa.
El único acceso que parecería viable para poder llegar desde esta zona a las escaleras que bajan hasta la caseta derruida que hay en el Port d’es Nebot, se encuentra precintado por la Policía, al parecer, ante la peligrosidad del espacio que la vallas dejan ante el precipicio que se desliza hasta la cala.

El desnivel de esta parte de terreno que mira al norte es de más del 40%, lo que lo convierte en inedificable según el PTI, e intransitable según hemos podido comprobar sobre el terreno.

Este es el terreno de 8.104 m2 destinado a Espacio libre público (ELP), «zonas verdes» dijo el concejal de Urbanismo, Angel Luis Guerrero, en el Pleno.

El Ayuntamiento reconoce en el convenio que «dada la peligrosidad de su orografía no podrá ser destinado al paso público o disfrute y ocupación de la población, por lo que su función deberá limitarse a la mera conservación y mantenimiento de las condiciones naturales del terreno». Conservación y mantenimiento que se entiende con cargo a las arcas públicas en un terreno que bien se podrá confundir con un jardín natural a la vera de uno de los lujosos chalés.

En los 531 m2 destinados a crear, como mínimo, 23 plazas de aparcamiento, actualmente hay una zona de pinar que preceden a la cara oeste del acantilado. Según el Ayuntamiento, la construcción de estas plazas de aparcamiento, en una zona residencial de chalés y a 500 metros de la playa o cualquier establecimiento a través de un importante desnivel, es otro argumento para considerar este proyecto de «un interés público innegable».

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El terreno daría la sensación de encontrarse en estado de abandono, si no fuera por la presencia del empleado de una empresa de seguridad, que deja pasar el tiempo recostado en el sillón de su coche y de una pequeña grúa rodeada de palés de bloques como los utilizados en la construcción del murete antes mencionado.

Un contenedor azul, un W.C. portátil, la pequeña grúa y los bloques de cemento son los únicos elementos que parecen estar en buen estado, a parte del vigilante y su vehículo, por supuesto.

Lo poco que alcanza la vista tras las vallas apenas permiten divisar tres vehículos en estado de desguace. Unos montones de escombro que compiten con la vegetación y las basura, a los pies de lo que queda de las estructuras que un día fueron. Estructuras abandonadas a medio derruir, con el peligro que esto implica.

Otros montones de escombro se encuentran más intencionadamente colocados por orden de tamaño. Sacas de obra, tubos y varas metálicas, botes de pintura, un gran surtido de tablones de madera que un día fueron desde palés hasta muebles se reparten entre otras basuras en uno más de los espectaculares rincones de esta isla víctima de la especulación.

No hay más rastro de obra o movimiento, el aspecto del terreno evidencia años de abandono.

Hace dos años el alcalde anunciaba que pediría al Consell la suspensión del planeamiento urbanístico de Cala Vedella, «Cala Vedella es el paradigma de lo que no se debe hacer en urbanismo y ha llegado a una situación insostenible» aseveraba Ángel Luis Guerrero, concejal de Urbanismo. Llama la atención que a día de hoy, dos años después, el mismo el Ayuntamiento considere de «interés público» un convenio por el que se bloqueará el acceso público a la costa. Que califique de «interés público innegable» la construcción de una zona de aparcamiento donde hoy hay un pinar flanqueado por chalés con piscina, y que se congratule de conseguir ELP en una zona totalmente inaccesible para las personas. En definitiva, es sonrojante que se sentencie a cubrir con más cemento uno de los últimos espacios libres del grotesco universo inmobiliario al más puro estilo Huerta. Hasta ahora.