Crema de gamba roja con croutons de bescuit de Nadal de primero, lingote de cordero a baja temperatura con caqui asado y cous-cous de pimiento amarillo, menta y almendras de segundo y, de postre, flan de café caleta. Éste es el menú que, como cada año, la Conselleria de Bienestar Social del Consell d’Eivissa repartió esta Nochebuena a personas sin hogar o que simplemente no pueden permitirse una cena de Navidad en condiciones.

Pero este año ha sido, desgraciadamente, especial: el número de personas que han demandado esta ayuda se ha multiplicado por más de tres respecto al del pasado año. De hecho, el número de personas fue tan elevado que se tuvieron que repartir los puntos de entrega entre el Hogar Ibiza, donde tradicionalmente se reparte cada año, y la sede de la Cruz Roja en Avda España. Concretamente, se repartieron 282 menús: 175 en Hogar Eivissa y 107 en la Cruz Roja. La media en años anteriores no sobrepasaba las 80 personas.

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A las 19.30 horas, en una especie de baile frenético, una docena de voluntarios acaban de llenar y colocar las bolsas con el menú, preparan las listas de personas a quién entregárselos, guardan las cajas vacías, informan a los primeras personas que ya se acercan a preguntar por su cena, siempre bajo la batuta de Carmen Tur, presidenta del Hogar Ibiza. Un mar de bolsas de plástico aguardan tras la entrada del Hogar Ibiza. En el salón había cinco mesas preparadas y, sobre ellas, una felicitación navideña y el nombre de la persona que, por falta de un lugar digno donde celebrar la Nochebuena, se sentará en ella. A las 20.00 horas, un par de docenas de personas ya hacen cola tras la puerta a punto de abrirse. Carmen les explica el procedimiento: «Se entra de uno en uno por esta puerta. Una vez dentro comprobamos los datos y salís por la otra puerta. Con orden y distancia, por favor». En cuestión de minutos, la fila alcanza ya la esquina de la manzana.

Quienes esperan pacientemente rellenaron hace unos días sus solicitudes a través de los ayuntamientos, Cáritas o la Cruz Roja. No existe un perfil uniforme entre ellos ya que hay personas de todas las edades, de distintas procedencias, extranjeras y nacionales, familias empujando sus carritos de bebé y personas solas. Salvo algunos veteranos, la gran mayoría de personas que esperan lo hacen por primera vez. Éste es el caso de Yamilet y Robert, unos de los primeros en salir con sus menús navideños. En el carrito que empujan está el pequeño Ryan, cuyos jovencísimos padres llevan sin trabajo estable desde hace dos años. Mohamed también recibe este menú navideño solidario por primera vez; lleva sin trabajo ni ingresos desde hace meses y lleva seis semanas en la calle. No encuentra palabras para mostrar su agradecimiento por la ayuda.

Samuel también sale agradecido con las bolsas para la cena de su familia. Jamás se hubiera imaginado recogiendo la cena de Navidad en estas condiciones y no deja pasar la ocasión para agradecer el trabajo de los servicios sociales del Ayuntamiento y del Gobierno en general, que asegura que «para mí, lo están haciendo muy bien». Su caso es un ejemplo del zarpazo que ha supuesto la pandemia a la economía de las familias trabajadoras. Samuel es técnico de sonido y lleva años trabajando en una empresa del sector audiovisual en Ibiza que ha tenido que acogerse al sistema de ERTE desde marzo. Su pareja es empleada de un hotel de Ibiza, sobra describir sus circunstancias. La tercera bolsa que lleva es para su hijo de 10 años.