Cada vez es más habitual la presencia del cartel de «solo mañanas» en los comercios de Ibiza. | Toni Planells

Si bien febrero ha sido siempre un mes difícil para el pequeño comercio local, la pandemia ha convertido las calles comerciales de Vila en un páramo cada tarde de este invierno y los pequeños negocios tratan de sobrevivir a esta crisis cada uno a su manera.

Tradicionalmente, entre rebajas y la llegada de la nueva temporada de verano, mucho negocios aprovechaban el bajón de ventas para realizar reformas en los locales o cerrar por vacaciones. Este año se han sumado a este bajón cíclico las consecuencias de la crisis derivada de la pandemia. Por eso, y también por circunstancias particulares, algunos de los negocios han decidido reordenar sus horarios cerrando por las tardes.

Negocios clásicos de la ciudad, como Calzados Álex que lleva más de 40 años abierto, es un ejemplo de ello. Francisca López cuenta que, por las tardes, no hay nadie por las calles. «Van a cerrar muchos negocios; yo abro porque soy muy valiente», cuenta aPeriódico de Ibiza y Formentera y seguidamente exclama: «¡Ayer mismo pedí mi jubilación activa!». No pierde la ocasión de dar su opinión, muy negativa, sobre la gestión que están haciendo los gobernantes de esta crisis. Francisca mantendrá las puertas de su zapatería, pese a poder jubilarse definitivamente, «para mantenerme activa», tal como explica. Tras el confinamiento del pasado mes de marzo, ella y su marido tomaron la decisión de cerrar durante las tardes y así poder compartir más tiempo juntos. En enero, el plan era jubilarse definitivamente y cerrar la tienda. Pero el fallecimiento de su marido el pasado diciembre le hizo cambiar los planes y, de momento, continuará con las puertas de su tienda abierta. Eso sí, solo por las mañanas.

Juanvi, de Art i Marcs, tomó la decisión de cerrar su negocio por las tardes el pasado invierno. Solía cambiar a este horario durante la época estival, pero el invierno pasado decidió mantenerlo y tras la llegada de la pandemia le parece que es una opción más responsable ya que «así se reduce la movilidad, que es de lo que se trata», comenta. Sí que atiende por las tardes con cita previa, pero admite que las tardes de enero y febrero en Vila no son para nada concurridas.

Encarna Planells, de Gatzara, achaca el poco movimiento en la zona a la época del año en la que estamos cuando mucha gente aprovecha para hacer reformas o tomarse vacaciones.

Por su parte, no tiene previsto cerrar ni cambiar los horarios; su tienda permanece con las puertas abiertas hasta las 21 horas. «Lo normal es que en este impass siempre haya tiendas que no vuelven a abrir, pero se ve más tarde cuando ves que tal o cual tienda no ha vuelto a abrir sus puertas o ha cambiado de negocio», cuenta la responsable de la tienda de moda Gatzara, que aprovechó el impass de agosto, similar al que se produce en esta época, para hacer las reformas de su local.

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Otro comercio que está haciendo un gran esfuerzo por mantenerse a flote es Calzados Salom, que tras 45 años en activo hoy mantiene sus puertas abiertas y a su empleada en activo. Pero son tiempos difíciles, están en liquidación total para quitarse de encima toda la cantidad de stock que todavía les queda a precio de fábrica. Prácticamente, lo que más se ha vendido han sido zapatillas de estar por casa, según cuenta Maria José, la empleada de la tienda, que tampoco está segura de si valdrá la pena que entre la colección de verano ya que, tal como dice ella, «no se sabe si va a haber verano o no». Reconoce la heroicidad de su jefa, que estando al límite resiste la embestida pagando el alquiler del local y manteniéndole el empleo y pagando.

«El planteamiento de las ayudas no es el correcto»

Por su parte, el responsable del comercio minorista de PIMEEF, José Javier Marí Noguera, considera que la situación del sector que representa es muy complicada desde hace ya años. Factores como la crisis de 2008, los cambios de hábitos del comprador con el comercio on line, o comerciantes que se han jubilado cerrando definitivamente sus negocios, lleva años cambiando el paisaje del comercio de cercanía, y ahora con la pandemia se está incrementado este proceso.

Comenta que los comercios están adoptando las medidas que consideran oportunas para sobrevivir a esta situación, «se ajustan las plantillas, se adaptan los horarios, incluso hay quien ha tenido la «suerte» de poder cerrar temporalmente gracias a no pagar alquiler o a haber llegado a algún acuerdo con la propiedad». Sin embargo, reconoce también que muchos de los comercios que han cerrado temporalmente «no sabemos si volverán a abrir tras este letargo pandémico».

En este sentido distingue tres tipos de negocios, según su manera de abordar la crisis: quienes han tenido que cerrar definitivamente, quienes han podido cerrar temporalmente y quienes campean el temporal como pueden. Considera que las restricciones están favoreciendo la compra on line en detrimento del comercio local.

En cuanto a las ayudas, el representante del comercio minorista de PIMEEF, pese a considerarlas bien intencionadas, no ve que lleguen a todo aquel que de verdad las necesita, y tiene dudas sobre su efectividad a la hora de salvar a los comercios amenazados de cierre. Papeleos excesivos o que cada ayuntamiento organice las ayudas a su manera no ayuda. Considera que el planteamiento de las ayudas no es correcto del todo y propone tomar ejemplo de otras estrategias en otros países, como recortar los costes del pago de seguros o las tasas municipales, por ejemplo.