IES Marc Ferrer de Formentera.

La decisión del Tribunal Supremo de acabar con la inmersión lingüística en catalán ha reavivado el debate sobre los «proyectos lingüísticos» de los centros educativos. Un repaso de algunos de los proyectos lingüísticos de los centros escolares de Ibiza y Formentera constata que, además del arrinconamiento del castellano, se replica la terminología que utiliza el independismo.

El caso más llamativo es el del Instituto de Educación Secundaria Marc Ferrer, en Formentera, cuyo proyecto lingüístico habla de alumnos nacidos en los inexistentes «Països Catalans» y que se refiere a España como «Estado español».

A pesar de reiterados intentos, este periódico no ha logrado hablar con la dirección del centro. En el proyecto lingüístico, se denuncia una «clara tendencia disglósica ocultadora de la identidad lingüística» de la isla y un alumnado que «reserva el catalán para la intimidad familiar».

El catalán es una lengua «minorizada» que, además, corre riesgos de «latinización». Algo de lo que culpan al «cambio demográfico» sufrido por Formentera a causa de la «inmigración». El proyecto lingüístico del IES Marc Ferrer obvia que el castellano también es la lengua oficial de Formentera y ubica la menor de las Pitiusas en la entelequia de los «Països Catalans».

Donantes con premio
Según este proyecto, el Marc Ferrer cuenta con la figura de los «donantes de lengua».
Es decir, alumnos que de forma voluntaria ayudan a los recién llegados al centro a adaptarse al mismo en catalán cuando esta no es su lengua materna.

Estos «donantes de lengua» tendrán como reconocimiento la participación en la revista del centro y, además, se les subirá un punto la nota de la asignatura de catalán cada trimestre, podrán asistir a los Premios de Sant Jordi y serán presentados ante sus compañeros como «alumnos ejemplares».

Los voluntarios firman un «contrato» con el alumno al que ayudarán. Este, por su parte, tendrá que comprometerse a no dirigirse a ellos en otra lengua que no sea el catalán y no podrá exigirles que le hablen en castellano.

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En este instituto formenterés, el catalán está presente en todos los ámbitos.
Incluso es la lengua de uso cuando los docentes imparten otras como el inglés.
El personal no docente está obligado a utilizarlo.

El proyecto indica que «el catalán constituye un antídoto contra el futuro (temido) fracaso escolar» y añade que los alumnos que presentan «unas actitudes lingüísticas más favorables» a esta lengua «obtienen unos mejores resultados académicos».

El proyecto, finalmente, admite que pueden producirse muestras de «hostilidad» por parte de los alumnos o sus familias ante la imposición del catalán. Deja claro que, si esto sucede, el centro no modificará ningún aspecto de su planificación lingüística «bajo ningún concepto».

«Un juicio expresado sobre una lengua es, al mismo tiempo, un juicio sobre sus hablantes», añaden los responsables de este proyecto. Todos los proyectos lingüísticos de los centros escolares pitiusos, por otro lado, admiten que el castellano es la lengua mayoritariamente empleada tanto por los alumnos como por las familias.

También indican su intención, basándose en diferentes normas legales, de proporcionar a los alumnos las herramientas necesarias para que, al acabar la etapa educativa, conozcan tanto el castellano como el catalán en las mismas condiciones.

Con estas premisas justifican la inmersión en catalán y colocan el castellano a la altura de las lenguas extranjeras, impartiendo más o menos el mismo número de horas que en estas. Centros como el IES Sant Agustí, en Sant Josep, justifican esta postura con afirmaciones como que el alumno debe tener «plena competencia» en catalán y castellano.

Este instituto también cuenta con alumnos «padrinos» a los que se les sube la nota si acompañan en la inmersión a compañeros que no saben catalán. Se trata de un centro que asegura en su proyecto lingüístico que esta lengua es una «herramienta de identidad social de toda la comunidad escolar» además de un «mecanismo de integración y de convivencia».

En Sant Agustí tienen claro que como instituto tienen «la obligación de intervenir» ante el supuesto «desarraigo del alumnado» con respecto al entorno.