Esta imagen se ha convertido desde el comienzo en el gran símbolo del proyecto fotográfico ‘Aya’. | Arguiñe Escandón

El proyecto fotográfico Aya, creado por los fotoperiodistas Arguiñe Escandón y Yann Gross, sigue avanzando con paso firme y decidido. Su libro, editado en 2019 por la editorial RM en castellano y en inglés, acaba de ver como se anunciaba su segunda edición con contenidos nuevos y novedosos y como muchas de sus imágenes se podrán ver hasta el próximo 26 de marzo en el Hangar Photo Art Center de la ciudad belga de Bruselas en el marco de la sexta edición del PhotoBrussels Festival.

Se trata de dos nuevos pasos de un exitoso camino que comenzó en el año 2016 en un puesto del Rastro de Madrid cuando Escandón, vasca y afincada en Ibiza desde hace tiempo, encontró una postal en la que aparecía el conocido fotógrafo francés del siglo XIX Charles Kroehle junto a unos indios Campa en el río Ucayali del Perú.

La imagen le llamó tanto la atención que decidió mandársela al fotógrafo suizo Yann Gross, con el que le une una gran amistad desde que se conocieran en una edición de Photo España. A ambos les pudo la curiosidad, pensaron que sería un buen punto de partida para algo más y comenzaron a investigar sobre la figura de este fotógrafo y aventurero nacido en la ciudad francesa de Estrasburgo en 1862 y que acabó desapareciendo en la selva amazónica peruana en una fecha incierta de principios del siglo XX.

Juntos empezaron a tirar del hilo y poco a poco quedaron atrapados por la historia de un personaje repleto de misterios y contradicciones a lo largo de su biografía. Tras investigar en la ciudad francesa de París el siguiente paso les llevó a la selva amazónica peruana en un primer viaje en el que visitaron a las comunidades indígenas de lugares como Puerto Maldonado o Iquitos quedando atrapados definitivamente por todo lo que allí conocieron y tomando la decisión de que todo lo que habían empezado a captar con sus cámaras no podía quedar en el olvido.

«Más que un trabajo documental»

Y así fue como nació Aya, un trabajo que ha cosechado un gran éxito editorial con 1200 ejemplares en castellano y en inglés que se agotaron rápidamente en apenas tres meses y un gran reconocimiento en exposiciones de galerías y espacios culturales de ciudades tan diversas como Madrid, Ginebra y Basilea en Suiza, Saint-Laurent-du-Maroni en la Guayana francesa, en la India o recientemente en la ciudad belga de Bruselas. Incluso, ha sumado numerosos reconocimientos como el haber sido finalista en la categoría de Mejor libro de fotografía del año 2020 para el prestigioso certamen PhotoEspaña, en el International Photobooks de Singapur y en el Lucie Photo Book Prize que tiene lugar en la ciudad norteamericana de Nueva York.

Según explicó ayer Arguiñe Escandón a Periódico de Ibiza y Formentera buena parte del éxito se debe a que Aya es mucho más que un simple trabajo fotográfico documental sobre la selva peruana amazónica. «Desde que llegamos por primera vez allí tuvimos muy claro que queríamos dar un paso más, que no fuera un trabajo fotográfico como los muchos que hay parecidos, sino llevar a cabo una experiencia sensorial a través de una inmersion surreal en la selva, enmarcada en la densidad de la vegetación y estructurada por experiencias chamánicas y por eso, incluso, decidimos bautizar al proyecto con el nombre de Aya, un término de la lengua quichua que viene a significar fantasma, alma o espíritu».

Viaje sensorial
Para conseguir su objetivo, ambos fotógrafos han viajado a Perú hasta en cinco ocasiones. Allí han entablado contacto con algunas de las comunidades indígenas de la zona del Amazonas sin dudar ni un segundo en compartir con ellos sus costumbres, sus ritos y su día a día. «Cuando comenzamos nuestras investigaciones en la Amazonia peruana, todos los miembros de las comunidades indígenas que nos acogieron y con las que hablábamos y compartíamos experiencias nos dejaron claro una y otra vez que si queríamos acabar por entender todo lo que rodea a la selva debíamos de hacer dietas de plantas y por ello no dudamos en participar en distintos rituales con ellos, compartir sus dietas y dejar que nuestros cuerpos fueran los que reaccionaran a todo lo que estaban viviendo», confirmó Escandón.

Esto ha permitido, según la fotógrafa vasca afincada en Ibiza, que el proyecto Aya cobrara una nueva dimensión más allá de la simple fotografía haciéndolo aún más especial. «No tengo ninguna duda que perder parte de nuestra orientación nos ha permitido poder evocar nuestra experiencia sensorial del bosque y que eso quedara plasmado en todas las fotografías que tomamos allí durante nuestros viajes permitiendo además que, como dijo el sociólogo J.V., el proyecto se presente como el relato de una iniciación experiencial a las plantas, los signos y los espíritus que pueblan la selva amazónica o como un viaje en el que se narran apariciones que más allá de la conciencia humana, atraviesan diferentes cuerpos humanos, vegetales y místicos».