Eulalia posa orgullosa con su familia, su gran tesoro, a punto de cumplir los 103 años el próximo 17 de este mes. | Irene Arango

Algo encorvada y con las piernas arqueadas por la edad, Eulalia se desplazaba al encuentro con Periódico de Ibiza y Formentera con ayuda de un bastón hasta la plaza de la iglesia de Santa Gertrudis. La figura de una mujer vestida de negro que, cogida del brazo de su único hijo Pepe, llegó rodeada de toda su familia sin importarle las primeras gotas de lluvia de esa tarde sombría. Así apareció ella, dando luz a un día nublado en Santa Gertrudis, el pueblo que la vio nacer hace casi 103 años. En reiteradas ocasiones dijo que su menudo cuerpo aguantaba bien el frío, que no hacía falta resguardarse bajo techo. Parecía que con el devenir de la conversación Eulalia comenzaba a entrar en calor.

Eulalia trabajando en su huerto. Vídeo: Vanessa Hernández.

En un puro dialecto eivissenc, Eulalia compartió, a través de sus innumerables anécdotas, algunos de los momentos inolvidables vividos en su querido pueblo. Empezó a hacer memoria de los momentos vividos y, en la mayoría de ellos, aparecía su huerto donde desde hace años cultiva verduras, pepinos o patatas. También empezó a revivir y evocar los instantes más especiales en torno a la familia, una familia muy numerosa puesto que tuvo 10 hermanos y también se crió con tres niños huérfanos que fueron adoptados. «En mi casa había muchos al·lots i al·lotes. Siempre había gente», destacó esta centenaria mujer mientras resaltaba con admiración las grandes reuniones familiares.

La familia y el huerto

Con un pequeño lagrimeo involuntario de los ojos, destacó que para ella lo más importante era su familia y su huerto. Ese que, como reiteró varias veces, lleva cuidando toda la vida. Para Eulalia, pasear por su plantío y recorrer los olores que se desprenden de la siembra es el mejor momento del día. «Como no pude ir a la escuela, ni de pequeña ni de mayor, tuve que encargarme de guardar, guiar y apacentar las ovejas», explicó esta longeva vecina de Santa Gertrudis mientras su biznieta señalaba que Eulalia es una enciclopedia viviente en lo que se refiere a cultivos y agricultura. Esta misma nieta la abrazó con fuerza, dándole un beso en la frente cuando Eulalia empezó a hablar de la familia y los seres queridos que han fallecido.

Un gran beso que recibe Eulalia de sus biznietas.
Fotos: Irene Arango.

«En tan solo 10 años, han fallecido seis de mis hermanos. Éramos 10, cinco mujeres y cinco hombres. Ahora solo quedamos tres», señala. Entre ella y su hermano pequeño, hay más de 20 años de diferencia. «Ella ha sido como una segunda madre para mí», señaló su hermano pequeño. Eulalia recordó que cuando todavía eran nueve hermanos se juntaban y hacían fiestas en su casa. «Nos encantaba, siempre nos hemos querido mucho. Estábamos muy unidos. Tuvimos mucha suerte porque hay hermanos que no se pueden ni ver y eso es muy triste», subrayó esta férrea campesina. En este sentido, pese a que ella se crió en una familia tan extensa, Eulalia solo ha tenido un hijo, Pepe Torres.
Relató que ha vivido toda la vida en la casa de campo que compraron sus abuelos cuando ella tenía cinco años. «Con cinco años ya araba y ya cuidaba de las ovejas», apuntó con orgullo. Al tener 10 hermanos, su madre siempre estaba embarazada y ella y sus hermanas se tenían que ocupar del campo. Además, explicó que su madre también educó a tres niños con padres desconocidos y a una nieta, porque una de sus hermanas falleció joven, a los 22 años, durante el parto. «Antes atendían los partos personas sin experiencia, no se iba a los hospitales. En aquella época no había médicos», apuntó con resignación.

Terminó hablando de detalles cotidianos de la vida y recordó épocas tan convulsas como pudo ser la Guerra Civil española, pero concretamente cómo se vivió en Ibiza y en este pequeño pueblo de Santa Eulària.

Guerra Civil

Eulalia ha visto pasar por sus ojos más de un siglo de historia y, sin duda, uno de los periodos que nunca olvidará será la Guerra Civil y la situación de posguerra. Explicó que se pasó mucha hambre en la isla durante la Guerra Civil, porque no llegaba comida. «Estuvimos como 14 años sin recibir alimentos; solo comíamos de lo que se cultivaba», indicó. Relató que ella tenía solo 16 años cuando estalló la contienda.

Eulalia cultiva su propio huerto y se mantiene activa cuidando de él. Como ella dice, le rejuvenece.
Foto: Vanessa Hernández.

«Me tuve que casar mayor, cuando tenía 26 años, porque mi marido, que falleció hace siete años, era de la última unidad que llamaron a la guerra», explicó. Subrayó que una mujer de 18 años en aquella época era una «mujercita», pero un hombre de 18 años era solo un «niño». «Todos iban asustados porque los llevaban al frente. Estaban todos aterrorizados y gritaban», relató Eulalia haciendo hincapié en que el fin de la guerra fue una liberación. «Cuando esto pasó, los hicieron jurar bandera y pudieron volver de Mallorca a Ibiza», puntualizó.


Primer análisis de sangre


Eulalia presume de su buena salud e insiste que dedicarse al huerto y a la tierra de siembra le rejuvenece. «Tenemos muchas gallinas y cada día voy con el cesto para recoger los huevos», apuntó. «Tengo 102 años y hasta el año pasado no había notado que me fallase la vista», apuntó. «Está muy bien. Siempre nos dice que no le duele nada. Con decirte que no tenía historial médico en el hospital Can Misses con 75 años. Recuerdo que se rompió la pierna a los 77 años, fuimos y no tenía historial», subrayó su hijo con fascinación. También explicó que a los 80 años se hizo la primera analítica de su vida. «Ella solo tiene miedo a caerse, nada más», puntualizó Pepe Torres.

En este sentido, al preguntarle a Eulalia si tiene algún secreto para conservarse así con casi 103 años, explicó que no. «No hay secreto para llegar tan bien a esta edad. Cuando te llegue, ojalá puedas vivirlo como yo. Siempre he tenido salud», señaló mientras su biznieta resaltaba que le gusta arreglarse si sale de casa. «Aprovecha las salidas para ponerse guapa, como siempre está en casa o en el huerto sembrando», indicó.

Asimismo, Eulalia compartió dos de los «secretillos» que le ayudan a mantener esa vitalidad. «Ceno poco y pronto, sobre las 18.30 horas y nuestro cultivo y ganado nos ha permitido siempre alimentarnos con productos ibicencos», puntualizó esta longeva mujer de casi 103 años de vida. Sin duda, una vida marcada por el trabajo, la familia y el esfuerzo.