Momento en que Jesucristo es crucificado en el Vía Crucis viviente de Santa Eulària. | Irene Arango

Santa Eulària ha acogido este Viernes Santo la representación del Vía Crucis que recorrió Jesucristo hasta su crucifixión.

El Puig de Missa ha vuelto a ser el escenario de la representación de la Pasión de Cristo que, tras los tres años de parón, en 2020 y 2021, ha reanudado su actividad.

Un evento que viene dirigiendo, desde 1999, Andrés Ramos, que se mostraba más que emocionado a la hora de recuperar esta actividad «después de los años que hemos tenido que parar por culpa de la pandemia».

Tal como explicaba Ramos, «este es el primer año que se encarga de la organización la Agrupación Musical Esencia. Una agrupación que se ha formado este año con una gran cantidad de miembros de Sa Colla d’es Riu». Una asociación, tal como explica su presidente, Jesús Ángel Ramos, que cuenta con «unas 30 personas, todas del pueblo de Santa Eulària, con las que hemos estado ensayando durante dos meses. Aparte del centurión, Faustino, todos los participantes son nuevos».

Recorrido

Puntualmente, a las 10 de la mañana, los tambores de la agrupación empezaron a repicar para dar inicio al Vía Crucis con la detención y condena a muerte de Jesús de Nazaret por parte de los romanos en el Huerto de los Olivos.

El protagonista de la representación, como no podía ser de otra manera, fue Jesús, Jesús Ángel Ramos, que encarnó este año de nuevo el papel de Jesucristo. Un papel que viene interpretando desde 2005.

Raquel Montes fue la encargada de encarnar, también de manera impecable, a la Virgen María. Para Montes se trataba de la primera vez que se ponía en este papel, razón por la cual se reconocía «emocionada a la vez que nerviosa», minutos antes de entrar en escena.

A la magistral interpretación de Jesús y Raquel la acompañaron las de los miembros de la agrupación, que interpretaron, uno a uno, los 14 pasos de la pasión de Cristo hacia el Calvario en forma de Puig de Missa.

No faltaron latigazos, caídas y un dramatismo que estremeció a los cientos de personas, entre feligreses, curiosos y no pocos turistas, que se congregaron a lo largo del recorrido del Vía Crucis. El realismo de la interpretación llegó hasta el punto en que se pudo escuchar el lamento de una niña: «¡mamá, me da miedo!», que enterneció al público que abarrotaba la Plaza de Lepanto. Sin embargo, entre los cientos de personas que abarrotaron el Puig de Misa en el recorrido del Vía Crucis, se respiraba alegría y emoción por la recuperación del Vía Crucis viviente de Santa Eulària, «es una costumbre muy bonita que ya hacía años que no podíamos ver y hoy, además, acompaña el tiempo», declaraba Magdalena entre paso y paso.

Paso a paso, entre los latigazos del verdugo mientras Jesús cargaba su cruz, Simón el Cireneo fue detenido y obligado a ayudarle a cargar con ella, Judas Iscariote le delató con su beso en el Huerto de los Olivos y la Verónica posó su pañuelo con la Santa Faz ante la desesperación de la madre, la Virgen María.

Así, cada uno de los 14 pasos que describe la Biblia fue acompañado de una obra de misericordia que, el sacerdote de Santa Eulària, Don Marcelo, dirigió en cada parada acompañado del canto de los feligreses. Don Marcelo abrió el Vía Crucis aclarando que este evento, lejos de tratarse de una obra de teatro, se trata de «un acto sacramental en el que se representan las escrituras de la Biblia respectos a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo».

El recorrido tuvo su punto más álgido a los pies de la iglesia, en la plaza de Lepanto. Allí los soldados romanos despojaron a Jesús para crucificarlo al son de una saeta para alcanzar el clímax de acto sacramental con su muerte, antes de trasladar el cuerpo al templo para su resurrección. Una resurrección que no esperó al domingo y que puso final a la espectacular interpretación de Jesús, Jesús Ángel Ramos, ante la puerta abarrotada de la iglesia.