La calle del País Vasco recorre 165 metros del barrio de Figueretes de Vila. | Toni Planells

La calle del País Vasco recorre 165 metros del barrio de Figueretes de Vila. Con continuidad en el sur con la calle Asturias y en el norte con la calle Valencia, y atravesada por las calles Galicia y Navarra, la del País Vasco nace en la avenida España para desembocar en la Plaza Julià Verdera, en plena playa de Figueretes.

De esta manera, estos 165 metros de vía albergan distintos ambientes en sus distintas alturas, formando un ambiente cosmopolita, característico del barrio que atraviesa. Entre locales de hostelería enfocados al turismo y algún hotel, el único supermercado que podemos encontrar en esta vía también destina sus servicios al turismo, abriendo sus puertas durante la temporada. Su nombre no lleva a engaño: Supermercat d’Estiu.

En este supermercado trabajan Daniel y Esther. Daniel lleva 11 años trabajando en esta tienda y, respecto a la limpieza de la calle, considera que «sobre todo en verano, por las mañanas la calle está muy sucia. El barrendero se esmera hacia el medio día para tenerla más curiosa, pero la gente no tiene cuidado por las noches. Los fines de semana se juntan a beber cervezas en la plaza Julià Verdera y no tienen ningún cuidado, al abrir la tienda nos encontramos de todo delante de la puerta como latas de cerveza y vasos».

El punto positivo de la calle, según Daniel, estriba en «el vecindario, que es muy buena gente. La mayoría de negocios, salvo un par que han abierto hace poco, llevamos muchos años aquí y hay muy buen rollo entre nosotros. La verdad es que es una calle muy bulliciosa. La gente que suele pasar por aquí es gente activa».

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«Toda la vida»
Esther trabaja y vive en el barrio, «llevo aquí toda la vida y la verdad es que se está bastante bien. Aunque últimamente es verdad que hay un poco más de conflicto con según qué gente, pero nada grave ni peligroso. Al menos de día», asegura Esther que sin embargo reconoce que «por las noches no me metería por según qué sitio».

Cesáreo pasea, «no muy a menudo» por esta calle. Sin embargo, a simple vista considera que «da la misma sensación que Vila en general: de que no está lo limpia que debería estar», sin dejar de hacer autocrítica: «Mucha de la culpa es de los que ensuciamos más de lo que deberíamos, sobre todo los dueños de los animales que no recogen sus excrementos o los que, a ciertas horas y en ciertas zonas más festivas, son ellos mismos los que orinan y se comportan de manera incívica».

Sonia es italiana y lleva poco tiempo viviendo y trabajando en la isla. Sin embargo, su impresión sobre esta calle es positiva. Está bien, es divertida y tiene bastante buen ambiente». Luis pasea con su esposa a diario por la zona, aunque es vecino de Sant Jordi y, como le gusta subrayar, «antiguo legionario».

No deja claro si de manera irónica, pero su primera declaración sobre la calle es un rotundo «¡está muy limpia!», antes de entonar una diatriba en torno al estado del paseo que comienza donde termina la calle: «Es una vergüenza la cantidad de mierda de perro que hay, tienes que ir esquivándolas». La visión de Marlene, vecina de la zona, es de lo más positiva. «Paso todos los días por aquí y es la parte más limpia del barrio. También es tranquila y me siento segura. Cada mañana paso a las seis y nunca ha habido ningún problema. Además, está la playa a la que voy cada fin de semana», señala.