Bomberos trabajando en la planta de biomasa. | Daniel Espinosa

El incendio de la planta de biomasa de Montecristo y sa Coma queda oficialmente extinguido este viernes a las 14.30 de la tarde tras 27 días en activo. Así lo comunicó ayer Pablo Gárriz, jefe de operaciones del Platerbal, quien reseña el éxito del trabajo tras «estar moviendo a más de 200 personas, operar más de 25 vehículos y no haber tenido ningún herido ni daño colateral». El operativo lleva en el terreno desde que se detectaran los primeros indicios de fuego el domingo 11 de junio a las 20.00 horas.

«Estamos en una fase de liquidación total de los puntos de calor desde este pasado jueves», afirma Gárriz. Estas labores han estado acompañadas por la ayuda de un dron de los bomberos con cámara térmica que ha permitido comprobar que ya no hay ningún punto en la biomasa que supere los 42ºC, por lo que prevén terminar la intervención del operativo en los próximos días. «Esto nos permite, con total tranquilidad, transferir la responsabilidad de la gestión a otras administraciones y fundamentalmente al particular, que es el que tiene que hacerse cargo de esto», aclara el jefe de operaciones del Platerbal.

Sin daños

Gárriz destaca, por encima de todo, que el propio incidente no haya generado ningún tipo de daño, ni a efectivos ni a civiles: «La monitorización que hemos podido hacer con un laboratorio móvil nos ha dado la garantía de que lo que estamos haciendo se ha notado en el impacto en la población». Las tareas de extinción se centraron especialmente en reducir las cantidades del humo que alcanzaba a los vecinos de la zona, como explicó Toni Bernat, director técnico de operaciones del Platerbal, con la llegada de la UME a la isla.

Desde que el incendio fuese declarado el pasado 11 de junio, el dispositivo ha ido requiriendo más y más recursos por lo laboriosas que eran las tareas de extinción y sus consecuencias en los trabajadores y residentes de la zona. «Las limitaciones iniciales son los propios recursos ordinarios que aporta bomberos e Ibanat, que suponen los primeros días de incendio hasta que se declaró el nivel 1 de emergencia», comienza a resumir Gárriz. Este nivel 1 significó un «hito fundamental y estratégico» que permitió tomar una dimensión real de la situación, el de un incendio que tenía «un volumen descomunal: unos 43.000m³ de material que había que mover y refrigerar».

En los picos de trabajo se juntaron más de 200 efectivos y 25 vehículos. La llegada de la Unidad Militar de Emergencias supuso un punto de inflexión para acelerar las labores de extinción: «Vienen a permitir, por un lado, destensionar el sistema debido a las numerosas horas que estábamos operando en continuo y, por otro, contar con recursos específicos de lo que es esto, un incendio industrial». Este martes, con las circunstancias mucho más favorables, los efectivos de la UME abandonaron la isla.
Insularidad

«Lo primero que ha puesto de manifiesto este incendio es el compromiso, la voluntad y el sacrificio de todo el operativo y de la propia sociedad ibicenca, que nos ha apoyado en todo lo que ha hecho falta, y eso es de agradecer», señala Gárriz. En este aspecto, desde Platerbal recuerdan que los ibicencos «son bastante conscientes de ayudar a los que intentan resolver el problema», ejemplificando esta reflexión con lo vivido en el incendio de Morna o el hundimiento del Don Pedro.

Sin embargo, Gárriz sí que quiere destacar una realidad: «Tenemos un hándicap importantísimo que es la insularidad. Nosotros no podemos contar con recursos que vengan del pueblo, provincia o comunidad autónoma de al lado». El jefe de operaciones del Platerbal cree que, después de este incendio, se necesita una reflexión profunda que agilice los operativos: «Al final, una intervención larga como esta que tensiona tanto el sistema debe hacernos pensar que la planificación ha de estar orientada a dar respuesta logística y operativa a la emergencia».

En el terreno continúan varios efectivos que siguen removiendo la biomasa, mojándola y transportándola de un lugar a otro para «posicionar lo que fue el combustible del incendio en las mejores condiciones de seguridad». La imagen es muy diferente a la de anteriores semanas: ya no hay enormes montañas de este material orgánico, sino que se trata de una capa compacta muy baja, casi al nivel del suelo. Desde el equipo de bomberos explican mediante una foto aérea la ingente cantidad de montículos que han tenido que hacer para extinguir el fuego. Su estrategia consistía en remover los residuos, empaparlos y dejarlos separados para confirmar que no siguiesen ardiendo. «¡Casi llegamos a Sa Coma!», exclaman, aliviados de terminar ya con un trabajo que se ha alargado casi cuatro semanas.

Los bomberos del lugar también recuerdan cómo se formaron, en los momentos álgidos del incendio, las llamadas «puertas del incendio, de estas que se ven en las películas». Son puntos donde se pueden superar los 400ºC y en los que el fuego es muy intenso. Estas altísimas temperaturas corresponden a un incendio de tales características, con muchísimo material que sirve de combustible mientras la brasa arde por dentro. Asimismo, comentan que la biomasa pudo prenderse semanas antes de localizar el incendio ya que, cuando llegaron, se quemaban a la vez las cimas de las montañas de residuos y la denominada «trinchera», en lo más bajo de los amontonamientos, donde se registraban los focos más calientes.