Isidro Ramis trabaja de las 6.00 hasta las 12.00 horas y luego retoma la tarea a partir de las 17.00 horas. | Arguiñe Escandón

Son las 06.00 horas y para muchos agricultores de Ibiza y Formentera comienza una nueva jornada laboral. Quienes se dedican a este sector alteran en verano su horario de trabajo con un único fin: intentar evitar por todos los medios las altísimas temperaturas que se están registrando estos días.
Isidro Ramis resopla en cuanto se le menciona la palabra ‘calor’. En su finca de Sant Josep, este trabajador es consciente de que el trabajo en el campo no para, por lo que, en vez de comenzar a las 08.00 horas, «intentamos hacerlo a las 06.00 horas. Cuando no aguantamos más, sobre las 12.00 horas, paramos y hasta la tarde».

Según explica, tratan después de retomar el trabajo sobre las 17.00 horas, aunque este mismo lunes el calor era tan intenso que tuvieron que reiniciar más tarde su actividad.

Muchos cultivos se están viendo afectados por estas altísimas temperaturas, como es el caso del pimiento y el tomate.
Fotos: Arguiñe Escandón.

«Si no estás en la feixa, siempre intentamos aprovechar para hacer otras cosas. Si se rompe una máquina, tratamos de ir a buscar las piezas de recambio cuando más calor hace o vamos a hacer algún trámite administrativo», asegura.

Con toda una vida prácticamente dedicada al mundo de la agricultura, Ramis reconoce que los efectos del cambio climático se dejan notar: «Hace 20 años, a las 14.00 horas podíamos estar a 27 grados y este pasado martes, el termómetro marcaba 39. Bebes agua sin parar y no se te va el calor nunca».
Ramis afirma que le entra la risa cuando escucha a otras personas quejarse del calor. Incluso dice escapar de los aires acondicionados «porque, al estar acostumbrado al sol, este fresco hasta me molesta».

La agricultora María Antonia Ferrer.

Sobre cómo afecta el sol y el calor a los diferentes cultivos, el agricultor lamenta que los perjuicios son más que evidentes, principalmente en las tomateras «porque el sol las ha quemado todas y las flores no cuajan».

«En el lugar en el que debían crecer ocho tomates, sólo crece uno, por lo que este calor merma mucho la producción», explica. Otro problema añadido es que los agricultores deben gastar más agua en regar sus campos.

Ramis teme por el futuro de la agricultura puesto que cada año las olas de calor son más habituales y, con el tiempo, muchos cultivos resultarán muy perjudicados.

Bernat es otro de los agricultores que sufre en Ibiza la insoportable ola de calor. Desde su finca de Sant Mateu relata cómo es «prácticamente imposible» estar en la feixa. Además de los riesgos que estas temperaturas suponen para la salud, las plantas se ven también resentidas «y todo pega un bajón». «Intentamos regar muchísimo, lo que supone tener más costes», puntualiza.

Las empresas de desbroce, como ACM, deben tener mucho cuidado con las máquinas.

Al igual que otros colegas, Bernat altera su horario laboral tratando en su trabajo de evitar las horas centrales del día. De hecho, reconoce que en alguna ocasión ha sufrido pequeños mareos a consecuencia de las elevadas temperaturas.

Pérdida de producción

«Siempre durante estas fechas se pierde bastante producción. Los tomates, los pimientos y la sandía se queman porque están expuestos al sol y después no se pueden comercializar», lamenta.
Según dice, cuando se registran estas olas de calor, «todos los días pienso en tirar la toalla», aunque se trata de algo puntual «porque son jornadas muy duras, pero me gusta mucho mi trabajo».
Desde Santa Eulària, estos días María Antonia Ferrer comienza también su trabajo sobre las 06.00 horas para retirarse después del campo a mediodía y realizar otras labores en el almacén. «Hasta casi las 18.00 horas no volvemos», puntualiza.

«Este año hemos tenido que montar una cámara frigorífica para que aguanten en buen estado los productos que cultivamos, como el perejil o la menta fresca. Ahora, si no es con una cámara no los puedes conservar, algo que antes no sucedía porque los salpicabas con un poco de agua y aguantaban bien. Ahora ya no», explica Ferrer.

Otro efecto de estas altas temperaturas es que las cosechas se adelantan y algunas frutas que antes tardaban 15 días en madurar, ahora lo hacen en menos tiempo. Ella también lamenta que el fuerte sol está quemando los tomates y pimientos, producciones muy mermadas ya en 2022 debido al fuerte calor. «A ver si llueve y refresca porque la lluvia ha sido escasa y eso también nos condiciona mucho», concluye.

No sólo los agricultores pitiusos sufren estos días la ola de calor. Empresas como ACM, dedicada a desbrozar y recuperar fincas y torrentes abandonados, padecen también los efectos de estas altas temperaturas. «Estos días hay que tener mucho cuidado al encender una máquina y hay que dejarlas descansar para que no se calienten demasiado», según explican.

Al no poder realizar quemas, deben amontonar todo el material retirado en determinados puntos de las fincas, «algo que a la gente no le gusta demasiado, pero todos lo entienden», según añaden los responsables de esta empresa. El calor les obliga también a comenzar su jornada laboral a las 06.00 horas.

Todos coinciden en desear que pase ya este tórrido verano para disfrutar de nuevo de su pasión por el trabajo en el campo.